Medellín / Washington, 9 de julio de 2025.
La tensión entre Colombia y Estados Unidos volvió a quedar en evidencia este miércoles tras las declaraciones del encargado de negocios de EE. UU. en Colombia, John McNamara, quien desde Medellín expresó «preocupaciones persistentes» por el tono y los recientes pronunciamientos del presidente Gustavo Petro, especialmente en relación con las acusaciones sobre un presunto golpe de Estado orquestado desde Washington.
McNamara, quien estuvo presente en la inauguración de la Feria Aeronáutica F-AIR Colombia 2025 —evento en el que compartió tarima con altos mandos militares y el jefe de despacho presidencial Alfredo Saade—, envió un mensaje directo:
«Espero evitar una escalada que perjudique los intereses de ambos países, especialmente los de Colombia».
Crisis diplomática latente
El distanciamiento entre ambos gobiernos ha tomado fuerza desde que Petro sugirió que el senador republicano Marco Rubio, actual secretario de Estado, estaría implicado en planes para desestabilizar su gobierno. Aunque en los últimos días se ha intentado bajar el tono, las tensiones siguen a flor de piel.
McNamara, que fue llamado a consultas en Washington tras los comentarios del presidente colombiano, regresó al país dejando claro que la relación atraviesa una etapa crítica, pese a la relevancia estratégica de Colombia en la región. El diplomático afirmó que existen «tendencias negativas» en la relación bilateral, aunque reiteró que Colombia sigue siendo un «socio esencial».
Colombia busca recomponer puentes
Desde Washington, el embajador de Colombia, Daniel García-Peña, aseguró que ya se reactivaron los canales diplomáticos para esclarecer que “nadie en Estados Unidos está involucrado en un golpe” y que las acusaciones previas fueron malinterpretadas. “No hay intención de señalar al gobierno estadounidense”, afirmó.
No obstante, los contrastes con las palabras de Petro en junio desde Cali —cuando mencionó abiertamente a Rubio— revelan una falta de coordinación interna en la política exterior colombiana, lo que ha generado desconfianza entre los aliados tradicionales.
Riesgos en juego para Colombia
Los analistas coinciden en que un deterioro sostenido de las relaciones con EE. UU. podría traer consecuencias graves en distintos frentes:
- Comercio: una posible imposición de aranceles o trabas a exportaciones clave.
- Cooperación en seguridad: reducción de fondos y programas bilaterales.
- Política antidrogas: riesgo de descertificación, con impacto en la lucha contra el narcotráfico.
- Migración y visas: endurecimiento de las condiciones para colombianos.
Durante una rueda de prensa reciente, Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de EE. UU., reveló que hay conversaciones en curso sobre acuerdos de seguridad y nuevos tratados comerciales, pero matizó que “esperan una mejor relación con Colombia”.
¿Qué viene ahora?
Con un año y medio restante en el mandato de Petro y un Donald Trump consolidado en su segundo periodo presidencial, las prioridades de cada país se ven cada vez más desalineadas. Mientras el Ejecutivo colombiano centra sus discursos en temas internos como la «paz total» y la reforma institucional, en Washington preocupan las extradiciones, el aumento de cultivos ilícitos y la creciente retórica antiestadounidense.
Para el internacionalista Manuel Camilo González, consultado por EL COLOMBIANO, hay dos factores que seguirán tensando la cuerda:
- Las divergencias en la agenda bilateral (paz, drogas, migración, extradiciones).
- La retórica agresiva, tanto desde Bogotá como desde Washington, que podría escalar en cualquier momento.
“Estamos en una especie de observación clínica de la relación binacional. Puede mejorar si hay moderación, pero también puede deteriorarse rápidamente si no se gestiona con cuidado”, concluyó el experto.

