En un debate reñido el domingo anterior, el pueblo de Ecuador eligió a su muevo presidente para un escaso periodo de poco más o menos un año y medio, consecuente con la renuncia del presidente Lasso en vista de la figura constitucional “muerte cruzada”.
Es un periodo muy corto para pensar en cambios profundos que requiere la desquiciada situación social y de orden público en la hermana República.
El nuevo mandatario Noboa de 35 años heredero de una de las más ricas familias del ecuador puede dejar sentada las bases para las soluciones más urgentes, principalmente la altísima inseguridad con impresionantes cifras de asesinatos en el puerto de Guayaquil, debido a las bandas criminales provenientes del narcotráfico y de los carteles mexicanos, si bien el periodo es corto puede jugar a favor del presidente electo si es relecto, circunstancia posible contemplada en la constitución.
Pero, el triunfo de Noboa desde ya ha tenido como consecuencia principal el atajo a la vuelta al poder del expresidente Rafael Correa y por consiguiente, como sucede en estos casos, la desbandada del Correismo personificado en el partido “Revolucion Ciudadana”.
La candidata Luisa Gonzales que perdió por poco margen se constituye en la última jugada política de Correa para regresar al país, exilado actualmente en Bélgica condenado por delitos cometidos en ejercicio de su cargo.
Estas consecuencias surtirán a su tiempo un replanteamiento en la composición política del país. Todo dependerá del manejo que el nuevo presidente le dé a ese realineamiento que aún no se puede predecir, pero que está íntimamente ligado a la solución del principal problema de la violencia.
El asesinato del candidato Villavicencio hace 2 meses contribuyó al cambio de ruta en los resultados que ahora estamos viendo, independientemente de cualquier ideología el camino que tome el Ecuador influirá necesariamente en toda América Latina.