Ecosofía. Julián está libre

Aníbal Arevalo

Por: Aníbal Arévalo Rosero

La noticia de la libertad de Julián Assange se regó como pólvora por el mundo. Muchos ciudadanos se alegraron por una detención injusta. Es decir, por manifestar la verdad. En el 2010 Assange ya se había convertido en una celebridad; fue el momento cuando se dio a conocer una de las proezas más grandes. En el portal Wikileaks había publicado decenas de miles de documentos clasificados en los que se daban a conocer información importante para el mundo.

Los documentos más importantes que contribuyen a conocer la verdad están relacionados con la manera cómo la nación más poderosa del mundo inventa pretextos para destronar líderes de las naciones pretendiendo saquear sus riquezas; no es otra razón. Y esa es la misión que se impuso Assange en un periodismo coherente. Entregar su propia libertad porque el mundo se entere del proceder perverso de un Estado que auspicia la violación de los Derechos Humanos como norma.

Los documentos publicados en Wikileaks dan a conocer los crímenes de guerra que se cometieron por los Estados Unidos de América en Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, en una loca carrera guerrerista que no respetaba lo que se les presentara por delante, con unos soldados americanos sedientos de sangre afgana. No importaba el sexo la edad, niño o viejito era motivo para apuntarle al blanco y descargar todo el odio en misiones que solo importaba dejar la impronta de un Estado nación despiadado.

Así mismo, arremeten contra Irak, so pretexto de armas nucleares que nunca aparecieron y no aparecerán nunca, porque nunca la hubo y nunca las encontraron. Pero se dieron la voluntad de asesinar a su presidente, sin juicio ni fórmula, solo porque al clan Bush y al Departamento de Estado americano les dio la regalada gana de hacer lo que siempre hacen: sojuzgar a los pueblos. Pero los americanos se meten con los más débiles, porque nunca han ganado una guerra.

Con las publicaciones de Julián Assange queda debelado que donde hacen presencia las tropas americanas para ellos no hay normas de conducta, moral ni protocolos de la guerra. Los crímenes de guerra saltan a la vista sin más proceder que los que impone una voluntad rastrera de imponer la bandera americana manchada de sangre inocente. Ese es el mayor orgullo que se impone detrás del país de Mickey Maus o las conquistas a la luna que están puestas en la duda pública.

Entre los crímenes de guerra que cometen los militares americanos se evidencia un video (que es público para todo el mundo porque está rodando libre en la red) en el que desde un helicóptero les disparan a civiles inermes y al caer sin vida, los militares ríen a carcajadas, diciendo: “jajajaja… le di, le di.”. A un hombre que queda herido, se arrastra por el suelo buscando protección, en vez de proteger su vida lo rematan en el acto. Atacan una ambulancia que llega a socorrerlos y matan al conductor de la ambulancia; y, hasta los hijos del conductor de la ambulancia quedan mal heridos y sin padre.

Las denuncias del periodista Julián Assange en su portal Wikileaks le valió la persecución de la nación hasta hoy la más poderosa del mundo. Los Estados Unidos inventan una treta y declaran que ha puesto en peligro su seguridad. Pero la realidad es que al periodista lo persiguen por publicar la verdad para que el mundo la conozca.

Assange estuvo refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres durante siete años, confinado a una habitación. Gentileza concedida por Rafael Correa, hasta que lo sucede en la Presidencia del Ecuador Lenin Moreno, quien lo entregó a la justicia británica a cambio se un préstamo del FMI. Estuvo cinco años preso en Inglaterra. La condena a 64 meses de prisión fue purgada, y de los pedidos de extradición a Suecia por presunto abuso sexual de dos mujeres se determinó que fueron relaciones consentidas. Ahora, Julián está libre de todos los cargos. Es el precio de una prensa libre.

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