Comencé a trabajar a la temprana edad de 18 años, cuando recién me había graduado como maestro de escuela primaria.
No saben la inmensa alegría que sentí cuando recibí mi primer sueldo. Lo primero que hice fue ir al restaurante “La canasta”, muy reconocido en Pasto, me compré un pollo asado y con él presuroso llegué a casa y se lo entregué a mi madre para compartirlo en familia.
Recibir mi salario mensual para mí era motivo de mucha satisfacción, ya que con él podía atender mis principales necesidades, aportar al sostenimiento de mi familia materna y además de mi hogar.
Cuando me lancé a la aventura de hacer empresa, actividad en la que ya llevo 40 años de manera ininterrumpida, una de mis mayores satisfacciones la alcanzo cuando puedo entregar el salario oportuno a nuestros colaboradores, hecho que tradicionalmente cumplimos, con excepciones que nunca faltan.
El Gobierno Nacional, por iniciativa del exsenador Uribe sancionó la Ley 2101, mediante la cual se disminuye la jornada laboral de 48 horas a 42 de manera gradual en los próximos 4 años. La ley indica que la disminución de la jornada de trabajo no implica la reducción de la remuneración salarial ni prestacional, ni exonera a los empleadores de sus obligaciones en favor de los trabajadores.
Si fuera empleado y viviéramos en otro país y en otras condiciones económicas y sin pandemia, aplaudiría la medida. ¿A qué trabajador no le cae bien trabajar menos y recibir la misma remuneración?
Como vivimos en Colombia, golpeada económica y socialmente por la pandemia, las protestas, los bloqueos y el vandalismo, me preocupa la implementación de esta ley, por cuanto no se requiere ser economista para entender que riqueza y empleo se generan con trabajo y no dejando de laborar.
Vale la pena estudiar y revisar juiciosamente este tema, para definir si dejando de trabajar media jornada a la semana, que es lo que aprobó la nueva ley, se genera más empleo e ingresos para los colombianos. Estoy seguro de que esta ley no es más que un acto populista para pescar electores.
POR: VICTOR RIVAS MARTINEZ.

