Mientras gran parte del país celebra las festividades de fin de año, miles de animales domésticos y silvestres atraviesan una de las épocas más críticas del calendario. El incremento en el uso de pólvora no solo deja víctimas humanas, sino que también provoca episodios severos de ansiedad, pánico y accidentes en perros, gatos y fauna urbana, cuya sensibilidad auditiva y neurológica es considerablemente mayor que la de las personas.
Aunque en varios departamentos la comercialización y manipulación de estos artefactos están prohibidas, celebraciones tradicionales como el Día de las Velitas, la Navidad y el Año Nuevo continúan acompañadas por detonaciones que rompen la tranquilidad de hogares y espacios públicos. Para los animales, estos sonidos no representan un festejo, sino señales de amenaza que activan respuestas extremas de estrés, desorientación y huida.
De acuerdo con Laura Vanessa García Gualdrón, representante regional del campo de Psicología de la Salud del Capítulo Bogotá y Cundinamarca del Colegio Colombiano de Psicólogos (Colpsic), cada temporada festiva se incrementan de manera significativa los reportes de pánico, extravío y lesiones en animales de compañía. “Cuando el organismo del animal percibe una amenaza intensa, prioriza la supervivencia y reduce su capacidad de autorregulación, lo que aumenta el riesgo de caídas, golpes, fugas, accidentes y eventos cardiovasculares”, explicó.
Los efectos no siempre son inmediatos ni visibles. Veterinarios y especialistas advierten que la exposición repetida a ruidos explosivos puede generar alteraciones conductuales persistentes, como hipervigilancia, agresividad, insomnio, pérdida de apetito y trastornos de ansiedad crónica. En animales de edad avanzada o con condiciones preexistentes, el impacto puede ser aún más grave, llegando a desencadenar descompensaciones físicas severas.
La fauna urbana y silvestre también se ve afectada. Aves, murciélagos y pequeños mamíferos suelen desorientarse por el ruido, lo que incrementa el riesgo de choques, caídas y muertes. En muchos casos, los animales abandonan sus nidos o refugios, dejando crías expuestas o perdiendo rutas de retorno, una situación que altera los ecosistemas locales.
Ante este panorama, especialistas insisten en la necesidad de fortalecer la conciencia ciudadana y promover celebraciones responsables. Recomiendan acondicionar espacios seguros dentro de los hogares, evitar dejar a las mascotas solas durante los picos de ruido, no amarrarlas ni sedarlas sin supervisión veterinaria y, sobre todo, reducir el uso de pólvora como una medida de protección colectiva.
“La prevención comienza en casa, pero también es una responsabilidad social”, concluyó García Gualdrón, al subrayar que el bienestar animal está directamente relacionado con la salud emocional y ética de las comunidades.

