El 20 de agosto de 1897, el médico británico Ronald Ross descubrió que la malaria se transmite a los humanos a través de la picadura de mosquitos hembra del género Anopheles. Este hallazgo fue tan relevante que le valió el Premio Nobel de Medicina en 1902. Desde entonces, se ha avanzado en el control de esta enfermedad, logrando incluso que países como Paraguay sean certificados como libres de transmisión autóctona de malaria.

Más allá de la malaria: nuevos desafíos
Actualmente, los mayores retos sanitarios provienen de enfermedades virales como el dengue, el zika, la fiebre amarilla y la chikungunya, todas transmitidas por el mosquito Aedes aegypti. En este contexto, el Día Mundial del Mosquito —impulsado por la London School of Hygiene & Tropical Medicine y el World Mosquito Program (WMP)— se celebra cada 20 de agosto para recordar la importancia de la prevención y el control de estas patologías.
Innovación en la lucha contra los virus
El WMP, creado por la Universidad de Monash, ha desarrollado una estrategia basada en la bacteria Wolbachia, que reduce la capacidad del mosquito para transmitir virus. Al liberar mosquitos portadores de esta bacteria en poblaciones naturales, se ha logrado disminuir significativamente los casos de dengue. En su informe de 2024, el programa reportó haber protegido a 13.5 millones de personas en 14 países, evitando más de un millón de casos y ahorrando cientos de millones en atención médica.
México ha sido pionero en implementar esta técnica en La Paz, con expansión hacia Los Cabos. La colaboración entre autoridades, científicos y comunidades ha sido clave para avanzar hacia soluciones sostenibles.
Un llamado a la acción
Aunque la idea de dedicar un día al mosquito pueda parecer curiosa, esta efeméride tiene un propósito claro: generar conciencia sobre los riesgos que representan estos insectos y promover acciones concretas para proteger la salud pública.
