Cada 30 de julio se celebra el Día Mundial del Bordado, una fecha dedicada a honrar una de las formas de arte textil más antiguas y versátiles del mundo. Desde tiempos remotos, el bordado ha sido una expresión de creatividad, identidad cultural y destreza manual que ha trascendido generaciones.

Un arte milenario que sigue vigente
El bordado tiene raíces profundas en la historia de la humanidad. Se han encontrado vestigios en tumbas egipcias de hace más de 3.000 años, y también ha sido practicado por culturas como la china, persa, india y mediterránea. Lo que comenzó como una técnica funcional para reforzar o decorar prendas, evolucionó hacia una forma de arte que embellece textiles con hilos, agujas y paciencia.
A lo largo de los siglos, el bordado ha adornado tapices, cortinas, vestimentas ceremoniales y objetos cotidianos, convirtiéndose en un vehículo para contar historias, transmitir símbolos y preservar tradiciones.
Técnicas que dan vida a los hilos
El bordado abarca una variedad de estilos, cada uno con características únicas:
- Punto de cruz: crea patrones mediante puntadas en forma de “X”, ideal para diseños geométricos y florales.
- Bordado a mano: la técnica más clásica, que permite libertad creativa sobre distintos tipos de tela.
- Bordado en cinta: utiliza cintas de seda o satén para formar flores y detalles en relieve.
- Bordado con cuentas: incorpora lentejuelas y abalorios para añadir brillo y textura.
Bordado en la moda y la cultura
Más allá de su valor artesanal, el bordado ha sido un símbolo cultural. En India, por ejemplo, los motivos florales reflejan creencias ancestrales, mientras que en Europa, el bordado dorado fue signo de estatus en las cortes reales.
En la moda contemporánea, diseñadores como Alexander McQueen y Valentino han elevado el bordado a niveles artísticos, integrándolo en piezas de alta costura. También ha ganado espacio en prendas cotidianas, como chaquetas, camisetas y accesorios personalizados.
Una invitación a crear
El Día Mundial del Bordado no solo celebra el pasado, sino que invita a participar activamente en su presente. Bibliotecas, talleres y comunidades organizan encuentros para compartir técnicas, aprender nuevas formas de bordar y conectar con otros amantes del hilo y la aguja.
