Día Internacional del Solsticio: el 21 de junio marca el inicio del verano

Este sábado 21 de junio, el hemisferio norte da la bienvenida oficial al verano con el fenómeno astronómico del solsticio de verano. Durante este evento, el Sol alcanza su punto más alto en el cielo, generando el mayor número de horas de luz diurna en el año.

La fecha coincide con un instante astronómico preciso: cuando el Sol está directamente sobre el Trópico de Cáncer (latitud 23.5° norte). Esta alineación marca el inicio de una nueva estación y ha sido observada con asombro y respeto por numerosas culturas desde tiempos antiguos.

Una tradición milenaria

El término «solsticio» proviene del latín solstitium, que significa «sol detenido», en referencia a cómo el Sol parece pausar su recorrido antes de cambiar de dirección. Muchas civilizaciones han rendido culto a este momento. En Stonehenge, Reino Unido, miles de personas se reúnen al amanecer para observar cómo los rayos solares se alinean con las piedras ancestrales.

Los antiguos mayas y aztecas también diseñaron sus templos en función de estos eventos astronómicos. En Escandinavia, el Midsommar se celebra con coronas de flores, bailes circulares y banquetes, mientras que los pueblos andinos celebran el Inti Raymi, una festividad en honor al dios sol como fuente de vida.

Un reconocimiento global

Reconociendo el valor simbólico y cultural del solsticio, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó en 2019 el 21 de junio como el Día Internacional de la Celebración del Solsticio. Esta jornada busca destacar su importancia en el patrimonio cultural común de la humanidad y fomentar el respeto entre pueblos a través de tradiciones compartidas.

Hoy en día, muchas comunidades aprovechan esta fecha para promover actividades sustentables, fomentar la educación ambiental, celebrar la vida al aire libre y reflexionar sobre la importancia de conservar la biodiversidad.

Ciencia y sostenibilidad

Desde el punto de vista científico, el solsticio ocurre debido a la inclinación del eje de la Tierra (23,5°). Esta inclinación permite que, en junio, el hemisferio norte reciba la mayor cantidad de luz solar, mientras que el sur entra en invierno.

Para la ciencia, este evento sirve también como referencia para estudiar los patrones de luz, los ciclos estacionales y el impacto del cambio climático en distintas regiones del planeta.

Hoy, más allá del simbolismo ancestral, el solsticio nos invita a observar el cielo, conectarnos con la naturaleza y reflexionar sobre nuestro vínculo con la Tierra. Es un recordatorio de que, incluso en la era moderna, seguimos dependiendo de los ritmos del planeta.