Cada 4 de agosto, el mundo conmemora al leopardo nublado (Neofelis nebulosa), un felino tan esquivo como fascinante que habita los bosques tropicales del sudeste asiático. Esta efeméride, instaurada en 2018 por cuidadores del parque británico Howletts, busca visibilizar a una especie poco conocida pero vital para el equilibrio ecológico.

Un felino de habilidades extraordinarias
El leopardo nublado se distingue por su pelaje gris parduzco con manchas irregulares que evocan nubes, de ahí su nombre. Su cuerpo mide entre 60 y 110 cm, con una cola larga que le da equilibrio al trepar árboles. Posee colmillos proporcionalmente más largos que los de cualquier otro felino vivo, y tobillos que giran libremente, lo que le permite descender de árboles cabeza abajo.
Aunque pertenece a la subfamilia Pantherinae, comparte rasgos con felinos grandes y pequeños. Se reconocen dos especies: la continental (N. nebulosa) y la sureña (N. diardi), que habita en Sumatra y Borneo.
Una especie en riesgo
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el leopardo nublado está clasificado como “vulnerable” desde 2008. Se estima que menos de 10.000 ejemplares maduros sobreviven en estado salvaje. La deforestación, la fragmentación de hábitat y la caza furtiva son sus principales amenazas.
En mayo de 2025, cámaras trampa registraron por primera vez un ejemplar en el Himalaya tibetano, lo que sugiere la existencia de poblaciones ocultas. En marzo, el zoológico de Nashville celebró el nacimiento de una cría, reforzando los esfuerzos de conservación en cautiverio.
Más que una efeméride
El Día Internacional del Leopardo Nublado no solo celebra a este felino, sino que también promueve la educación ambiental, el ecoturismo responsable y la protección de los bosques asiáticos. Diversas organizaciones realizan campañas, charlas y actividades para generar empatía y apoyo a su conservación.
Este 4 de agosto, mirar hacia el leopardo nublado es mirar hacia la biodiversidad que aún podemos proteger.
