El pasado domingo, 10 de diciembre se conmemoró un aniversario más, 75 años, de la promulgación de los Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas, hecho acaecido el 10 de diciembre de 1948 y ese día, como todos los días, fue y debe ser el pretexto para hablar de los Derechos Humanos.
Hablar de los Derechos Humanos, es hablar de la historia de la violación de los mismos, violación que a través de ella ha estado presente en todos los estamentos de la sociedad y Colombia se ha destacado en el mundo, como uno de los países más violadores de ellos, situación dada desde tiempos inmemoriales, incluso, desde antes de la llegada de los europeos, por eso nuestro país es tan violento y donde las principales víctimas son las mujeres y los niños, especialmente.
Sin duda, que este día, el 10 de diciembre, debió servir para reflexionar sobre la situación actual en que vive el país, violencia, inseguridad, falta de ética en casi todos los estamentos de gobierno, corrupción oficial por doquier, desde el más alto funcionario hasta el más humilde y en todos los órdenes nacional, departamental, municipal, institucional, incluso familiar.
Muchas instituciones defensoras de los Derechos Humanos se crearon, algunas, como la Defensoría del Pueblo, que son incansables en fomentar el conocimiento, la divulgación, el respeto y la defensa de los Derechos Humanos; también en nuestro medio la Diócesis se Pasto, desarrolla importante labor pero los resultados no son los mejores, pues, tal parece que la corrupción y la violencia en todas sus formas, son difíciles de derrotar.
Por eso es necesario que todos, contribuyamos positivamente al conocimiento, divulgación, respeto y defensa de la Derechos Humanos, y es desde las aulas escolares donde, se debe iniciar una verdadera cultura tendiente a este propósito, pero ante todo y por encima de todo, empezar desde el interior de nuestros corazones y son pues, los maestros, los llamados a “jalonar” este bello propósito y sigamos soñando con tener, algún día, una Colombia en Paz y con Justicia Social, sin embargo, no debemos olvidar que el compromiso es de todos.
Y qué mejor que empezar, ahora que estamos en Navidad, a cambiar de actitud, de esa actitud de arrogancia, de prepotencia a una actitud de humildad, de sencillez.

