En el corazón del barrio Madrigal, ubicado en la Comuna Cuatro, suroriente de Pasto, la situación es cada vez más preocupante. Los habitantes de esta zona viven lo que algunos describen como una verdadera pesadilla. El parque principal del barrio, lejos de ser un espacio de recreación y convivencia, ha caído en el abandono y la desidia, transformándose en un refugio para la delincuencia y el consumo de drogas.
A lo largo de los años, diversas autoridades y proyectos sociales han intentado intervenir y restaurar el parque para convertirlo en un lugar apto para el disfrute de los niños y las familias. Sin embargo, los esfuerzos han sido en vano.
Hoy, este parque no es nada parecido a un espacio infantil, como se había planeado en sus inicios. En lugar de ser un lugar de recreo, el parque se ha convertido en un improvisado campamento donde migrantes y habitantes de calle se han instalado, creando un ambiente insostenible para la comunidad.
Gonzalo Ríos y Lidia Bejarano, dos líderes del barrio, han sido quienes alzaron la voz para denunciar esta grave situación que afecta a la seguridad y el bienestar de los habitantes. Según ellos, el parque se ha convertido en un Ā«foco de inseguridadĀ». Afirman que en este espacio no solo se consumen drogas, sino que también se han registrado numerosos actos de violencia y robos, lo que ha generado un ambiente de miedo y desconfianza entre los vecinos. Ā«Lo que vemos hoy en día es un lugar donde los niños ya no pueden jugar tranquilos. Este parque, que debería ser un punto de encuentro para las familias, se ha transformado en un lugar de consumo y violencia. Los niños se están convirtiendo en blancos fáciles de la delincuencia, y eso no lo podemos permitirĀ», expresó Gonzalo Ríos, líder comunitario del sector.

