P. Narciso Obando

Peligros para la Democracia

Suele ser una consigna o lema usado en las campañas electorales: “Si vence el candidato de tal partido la democracia estará en peligro, mientras que, si vencemos nosotros, la democracia estará a salvo y se consolidará”.

Esta frase publicitaria refleja tres aspectos que merecen una reflexión. El primero: En campaña electoral abundan las mentiras y acusaciones contra “los otros” para que ganen “los nuestros”.

El segundo: El ideal de toda democracia consiste en que el pueblo pueda expresar sus preferencias y optar por aquellas personas que considera “mejores” y más capacitadas para ocupar los cargos públicos.

El tercero: Objetivamente, toda democracia corre el peligro de autodestruirse, cuando triunfa un candidato y un partido que promoverá acciones que debiliten los principios democráticos fundamentales.

Veamos el primer punto: Las mentiras y los ataques personales. Por desgracia, en no pocos lugares esto se ha convertido en algo habitual. Tan habitual, que mucha de la propaganda antes de las elecciones y posterior a ella, consiste en manchar y denigrar a las personas que conforman los otros partidos. Una señal de poco respeto a la democracia consiste en promover este tipo de ataques denigratorios. De un modo paradójico, si alguien afirma falsamente que si vence el “adversario” la democracia estaría en peligro, muestra que es el mismo acusador un claro enemigo de la democracia que dice defender, por adoptar este tipo de comportamientos.

El segundo punto es el más complejo: El ideal de toda democracia radica en permitir al pueblo escoger a sus gobernantes, incluso cuando algunos candidatos fuesen objetivamente dañinos para ese mismo pueblo y para todo el sistema. Este punto muestra un talón de Aquiles que hiere, desde dentro, a todo sistema auténticamente democrático: El peligro de que triunfen quienes promueven injusticias y daños para inocentes, medidas sociales que generan paro y pobreza, desatención a servicios básicos como la salud, la educación o promuevan el desempleo, etc.

Lo anterior permite pasar al tercer punto: Las democracias, si de verdad buscan permitir al pueblo escoger a los gobernantes que desean, pueden autodestruirse cuando vencen candidatos que luego debilitan los cimientos mismos del sistema democrático.

Viene a la mente en seguida la ascensión, gracias a elecciones democráticas, de partidos favorables al nazismo, al comunismo, al fascismo, y a otras ideologías orientadas a promover dictaduras que, por desgracia, luego provocaron daños irreparables en muchas naciones.

Cuando escuchemos que candidatos o gobernantes acusen a otros como enemigos de la democracia, podemos recordar estos puntos, para evitar, cuando sea el caso, ser engañados por frases demagógicas y falsas. Podemos, sobre todo, tomar conciencia de la importancia de promover madurez a la hora de identificar qué partidos y qué candidatos defienden de verdad los derechos fundamentales y un buen modo de vivir la democracia, para darles el apoyo que merecen y así alcanzar un sistema de gobierno sano y orientado a la búsqueda de la justicia para todos.