Una jueza de Mocoa condenó a 36 años de cárcel y expidió orden de captura inmediata para el abogado John Eduardo Pardo por la muerte de Mónica Guerra el 15 de julio del año 2013.
Pardo es uno de los abogados más influyentes en el Putumayo, ha trabajado en distintas entidades de la región y es el cuñado del cuestionado exgobernador del departamento, Buanerges Rosero Peña.
La historia fue revelada en las últimas horas por la Unidad Investigativa de Caracol Radio y se trata de una relación extramarital que terminó en tragedia, en medio de presiones de poder que supuestamente buscaban la impunidad del caso y una jueza indígena que dictó su sentencia en medio de amenazas y presiones.
El escenario
El Trampolín de la Muerte es la única carretera que conecta a Mocoa, en Putumayo, con la ciudad de Pasto, en Nariño. Es una trocha angosta, de constantes derrumbes, sin señal telefónica ni avisos de tránsito y un vértigo que padecen los conductores: a un lado la majestuosa montaña y al otro un imponente abismo.
A un lado de esa carretera, específicamente en el kilómetro 104, donde se encontraba una vieja y abandonada casa, habitantes de la zona encontraron el cuerpo de Mónica Guerra y avisaron a las autoridades en la tarde del 15 de julio del año 2013.
Solo hasta en la noche fue recuperado el cuerpo, en medio de una zona de difícil acceso y la lluvia que ya se había llevado por el monte, los rastros de sangre de Mónica y otros materiales probatorios clave en la investigación.
Disparo en la cabeza
No fue la policía judicial a realizar el levantamiento, de hecho, le pidieron el favor a los bomberos del municipio de San Francisco que lo hicieran por la dificultad del terreno y otras condiciones de seguridad.
La necropsia era contundente: Mónica tenía un disparo en la cabeza. También se identificaron heridas en sus cachetes y labios. El dictamen confirmó que la mujer había sido maltratada físicamente antes de su asesinato.
Reconocido abogado
John Pardo es un reconocido abogado en la región y ha trabajado en diferentes entidades. Está casado con María Janeth Rosero Peña, hermana del cuestionado exgobernador del Putumayo, Buanerges Rosero Peña.
Para la época de los hechos, Mónica Guerra trabajaba como secretaria de John en la oficina que tenía en la Defensoría Pública de Mocoa. Ahí empezó una relación amorosa clandestina.
En el interrogatorio que rindió en juicio, el escolta del abogado, Edwin Mercado, detallaba los encuentros con Mónica. “La distinguí y la vi en varias ocasiones con el doctor John Pardo. Ella tenía alguna relación sentimental con el doctor”, dijo el policía retirado en juicio.
Pronto los rumores de un supuesto amorío llegarían a oídos de Carlos Ágreda, con quien Mónica ya tenía dos hijas y un matrimonio. Según el expediente, el esposo reprochó la traición con quien fue uno de sus amigos de infancia, pero ella se arrepintió, pidió una segunda oportunidad y estaba dispuesta a recuperar su hogar.
La reconciliación y el perdón llegaron a esta familia, pero la obsesión John Pardo no dejaba en paz a Mónica. Cuentan los testigos en el juicio, entre ellas la mejor amiga de la víctima, que cuando la mujer cortó la relación extramarital, el hombre no estuvo de acuerdo: la acosaba y presionaba en su trabajo y vigilaba sus movimientos a las afueras de su casa.
El 15 de julio de 2013 Mónica decidió poner un ultimátum. Salió de una reunión en el colegio de sus hijas temprano en la mañana y se encontró con John en la terminal de transportes de Mocoa. Sin embargo, el abogado la obligó a subir a la camioneta que tenía vidrios polarizados.
Fue la última vez que el escolta Edwin la vio con vida. “Siempre estuve pendiente, pero me percaté que en algunas ocasiones la camioneta se movía. El doctor John me pidió comprar hielo y luego me ordenó subir al vehículo. Noté que la señora Mónica estaba toda sumisa, escondía su rostro, pero sí alcancé a ver que tenía golpeado su pómulo. No me pareció nada extraño ya que en diferentes ocasiones eso era normal en la relación de ellos”, dijo.
Según el expediente, John Pardo renunció a la protección de su escolta Mercado y le ordenó que se fuera a Pasto en transporte público en donde supuestamente iba a tener una reunión de trabajo. El abogado se quedó con Mónica en la camioneta, condujo por el Trampolín de la Muerte, discutió con ella, la asesinó y abandonó su cuerpo en el monte. De regreso a Mocoa, le confesó el crimen a su escolta, a quien le tenía mucha confianza.
“Lo que él me manifiesta es que, no sé qué discusión tuvieron, pero la señora Mónica le había dicho a él que le iba a contar todo a la señora, a la mujer del doctor (María Janeth). Entonces, él reaccionó de mala forma, se llenó de rabia o ira. Me contó que dentro del vehículo le propinó un disparo a la señora Mónica”, dijo en juicio el escolta, quien vio a John en ese momento en un estado de angustia, alteración y nervios.
Antes de que iniciara el juicio, en el año 2016, la Fiscalía negoció un preacuerdo con John Pardo, quien aceptó el asesinato, pero argumentando un estado de ira e intenso dolor.
Un juez del municipio de Sibundoy lo condenó por homicidio simple a tan solo 36 meses de prisión y luego el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Mocoa aumentó la pena a 80 meses.
Fue entonces cuando la defensa de la familia de Mónica Guerra acudió a la Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia que ordenó investigar nuevamente el feminicidio de Mónica al considerar que hubo un acuerdo ‘revictimizante’.
El juicio empezó de cero y esta vez, en medio de amenazas y de intentos de la defensa de dilatar el proceso para que prescribiera, la jueza Andrea Arteaga aplicó la perspectiva de género y condenó a John Pardo a 36 años de prisión por homicidio agravado y ordenó su captura inmediata.
TITULO (RECUADRO)
Sentencia histórica
La jueza Andrea Arteaga Juajibioy, es la primera mujer indígena en Mocoa, Putumayo. A sus manos llegó el caso de Mónica Guerra, que estaba a punto de prescribir y quedar en impunidad. La sentencia se acaba de emitir este mes de mayo 2025, casi 12 años después del crimen.
Esta vez sí se aplicó una perspectiva de género y las conclusiones de la jueza fueron contundentes. “Entre el acusado, JOHN EDUARDO PARDO NARVÁEZ, y la víctima, MÓNICA PATRICIA GUERRA, existió una relación amorosa clandestina, caracterizada por una profunda asimetría de poder, condicionada no solo por la superioridad jerárquica y económica del acusado, sino también por su capacidad para influir en la vida laboral y personal de la víctima”.

