Desde hace varios años, las cuevas cercanas al barrio Niza, en la ciudad de Pasto, se han convertido en un punto crítico para la seguridad de la zona. A pesar de los esfuerzos realizados en la administración pasada, que incluyeron la intervención para sellarlas y evitar su uso como refugio de delincuentes, estas continúan siendo utilizadas por grupos delictivos.
Ubicadas en inmediaciones de la Panamericana, un área frecuentada por transeúntes y conductores, las cuevas se han transformado en un auténtico refugio para los delincuentes, quienes las utilizan para esconderse, almacenar objetos robados e incluso para consumir sustancias ilícitas, creando un clima de inseguridad que afecta a toda la comunidad.
Hurtos
Los habitantes de la zona, cansados de la situación, han denunciado en varias ocasiones los hechos delictivos que se presentan en estos espacios. Líderes comunitarios como Alberto Gómez y Nidia Acosta, reconocidos por su trabajo en defensa de la seguridad en el barrio, aseguran que los robos, los hurtos a personas y los ataques a los transeúntes son cada vez más frecuentes en las cercanías de las cuevas. “Este sitio ha dejado de ser solo un lugar de paso para convertirse en un refugio para los delincuentes, que no solo roban, sino que también amedrentan a quienes se atreven a transitar por la zona», afirmó Alberto Gómez, quien ha sido testigo directo de estos actos violentos.
Las autoridades locales, en su momento, tomaron medidas y procedieron a intentar cerrar estas cuevas con el apoyo de la junta comunal, buscando minimizar los riesgos para los ciudadanos. Sin embargo, a pesar de estas acciones, los delincuentes han encontrado nuevas formas de reabrir estos espacios, ya sea mediante la destrucción parcial de los sellos o por la falta de vigilancia constante en el área. Esta situación ha puesto en evidencia la fragilidad de las intervenciones realizadas hasta ahora y la necesidad de un enfoque más efectivo y duradero.
Escondites
De acuerdo con los testimonios de los residentes del barrio Niza, las cuevas han sido utilizadas no solo para esconderse, sino también para almacenar bienes robados, desde objetos de valor hasta vehículos de procedencia ilícita. La sensación de impunidad que reina en este sector ha permitido que los delincuentes actúen con total libertad, afectando la calidad de vida de los vecinos, quienes temen por su seguridad, especialmente en horas de la noche.
Denuncia
“Aquí se han visto desde bicicletas robadas hasta celulares y hasta prendas de vestir que desaparecen de manera extraña. Sabemos que los delincuentes las esconden en esas cuevas», dijo Nidia Acosta, otra de las líderes del sector, quien ha llevado la denuncia a diversas instancias gubernamentales. Los residentes también han denunciado que las cuevas se han convertido en un punto de concentración para el consumo de sustancias ilícitas. La presencia de personas en estado de alteración, sumada a la falta de control por parte de las autoridades, ha generado un ambiente de creciente inseguridad que preocupa tanto a los vecinos como a los comerciantes de la zona, quienes temen ser víctimas de hurtos o de actos de violencia.

