Introducción:
El principal problema que enfrentaban los caballos en Cartagena era la exposición prolongada a temperaturas extremas del clima caribeño mientras transportaban turistas por horas, combinado con jornadas laborales extenuantes que comprometían gravemente su salud y bienestar físico.
Los equinos debían trabajar bajo el sol abrasador de la ciudad amurallada, con temperaturas que frecuentemente superaban los 30 grados centígrados y niveles de humedad sofocantes, arrastrando coches cargados de pasajeros por calles empedradas durante turnos que se extendían sin descansos adecuados. Las condiciones climáticas extremas provocaban deshidratación severa, agotamiento por calor y problemas de salud crónicos que activistas documentaron repetidamente mediante videos e informes presentados a autoridades locales e internacionales.
Adicionalmente, muchos animales mostraban signos evidentes de desnutrición, heridas por arneses mal ajustados y enfermedades derivadas de cuidados veterinarios insuficientes o inexistentes. La combinación de estos factores convertía la actividad en una forma de explotación animal que contrastaba dolorosamente con la imagen turística de paraíso tropical que Cartagena proyecta mundialmente, generando presión tanto de organizaciones protectoras como de visitantes sensibilizados que demandaban alternativas más éticas y humanitarias para la movilidad turística en el centro histórico.

