Monseñor Juan Carlos Cardenas

Creo en la resurrección

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro

Con este 32° Domingo del Tiempo Ordinario entramos en las dos últimas semanas del año litúrgico. Los textos bíblicos de estos días se enfocan en las realidades definitivas: salvación, condenación, vida eterna, resurrección. Hoy el Evangelista san Lucas en 20,27-38 tiene en el centro de la discusión la Resurrección. ¿Qué podemos aprender? Partiendo del hecho de que los cristianos creemos en la resurrección, no en la reencarnación, acudamos al Catecismo de la Iglesia Católica (numerales 997-999).

1. ¿Qué es resucitar?

Explica el Catecismo que con la muerte, que es separación de alma y cuerpo, este último cae en la corrupción, mientras que el alma va al encuentro de Dios. Y complementa que la resurrección consiste en la obra que Dios hace de dar a los cuerpos glorificados vida incorruptible uniéndolos a nuestras almas.

Esto que puede sonar complejo de procesar implica que, gracias a la Resurrección de Cristo, resucitar implica entrar en una vida ya no sometida a las contingencias de lo temporal. No se trata de volver a esta vida de luces y sombras, de alegrías y tristezas, de nacer, envejecer y morir. Dios lo colmará todo.

2. ¿Quién resucitará?

A esta pregunta el Catecismo responde: “todos los seres humanos que han pasado por la muerte”. Y cita a Juan 5,29: «Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación».

1 Timoteo 2,4 dice: Dios «quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad». Jesús afirma: «Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque haya muerto, vivirá». Si buenos y malos resucitarán, los creyentes buscamos gozar de la promesa del Señor; esto implica el compromiso de hacer vida su Palabra.

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3. ¿Cómo?

Responde el Catecismo que Cristo resucitó con su propio cuerpo. En una de sus apariciones el Señor dice: «miren mis manos y mis pies, soy yo» (Lc 24,39). Basado en esto, el Catecismo afirma que resucitaremos con nuestro propio cuerpo, pero transfigurado. Esto significa que no estará ya sometido al proceso de deterioro que implica la temporalidad.

Seguramente nos vendrán preguntas como las que hoy en el evangelio le hacen a Jesús trayendo un caso bien complejo: alguien que en vida se casó 7 veces, por lo cual de quién sería esposa en la vida eterna. La respuesta de Jesús, que en el cielo seremos como ángeles, permite concluir que no podemos comparar la vida eterna con la vida temporal. Será algo completamente nuevo que por ahora no logramos entender. Que nos baste creer y esperar, porque es promesa de Jesús y el cómo se lo dejemos a Dios, para el cual nada es imposible.