El pasado Jueves Santo estuvimos a punto de presenciar una jornada trágica para nuestra ciudad, y todo esto debido a la fuerza del agua queriendo retomar el lugar que, algún momento, supo recorrer rauda y que desbordo el cauce de la quebrada Guachucal, pero esta reflexión no se centra en la situación en sí, que mucha tinta ya se ha llevado de por medio, mis palabras se alinean a una frase que he leído de forma seguida en los últimos días “Que la avalancha no causara afectaciones a vidas o bienes se debe a un milagro de Jueves Santo”.
Pero ¿Por qué traigo a colación esta frase? La razón es sencilla, porque lastimosamente la mayoría de pastusos nos hemos vuelto cínicos frente a la fe y las creencias, y hoy hablamos de un milagro, pero no creemos en los mismos, pensamos que replicando cualquier mensaje, nos hacemos parte de la moda y del momento, pero no nos detenemos a pensar que quieren decir esas palabra. Obviamente algo paso ese día, algo detuvo esa cantidad de lodo y escombros que bajaban con ímpetu por el sector de la Minga y podía haber llegado al mercado de El Potrerillo, pero, esos temas, en esta sociedad, están vetados porque hemos sacado a Dios de nuestras vidas.
Hace 4 años el Papa Francisco hacia una oración en una plaza de San Pedro solitaria pidiendo por el fin de una pandemia que se cernía sobre el planeta, y en medio de las plegarias otorgo el perdón de los pecados a todos, en un acto de fe, preparándose de alguna manera para las situaciones que se iban a vivir después, sin embargo, ¿Qué repercusiones tuvo esta acción en el mundo? Burlas y sorna, gente diciendo “Que bueno, una cosa menos por preocuparme” o “Gracias pero yo no se lo pedí”, o “Cuidado hace mucho”, realmente no hay respeto por absolutamente nada y para todo momento u ocasión está presto el chiste y la burla malintencionado que permite ver que lo que sucede, nos lo tenemos bien ganado.
Las cosas suceden teniendo como referente la fe y las creencias de los pueblos, años atrás, cuando no llovía en nuestra ciudad, se hacían romerías, procesiones y misas rogativas a la Virgen de Mercedes para que la lluvia llegue a nuestras tierras, ahora hablar de esos temas puede desencadenar que nos traten de arcaicos o locos, sin dejar mediar una palabra que demuestre, que en ese tiempo, este pueblo tenia fe, y por eso si entendían la connotación de una oración y el poder de esta. Hoy el conductor del bus o de un taxi, por ejemplo no puede esperar el paso de una procesión, y sin importar, van lanzando el automotor a quienes pasan por la calle, participando de los actos de fe públicos.
Esto no es publicar cosas por publicar, o como dirían algunos, hablar por hablar, se exigen respeto por banderas multicolores y hasta se espera que ondeen por todos lados, pero si hay una misa o un acto de fe público, nadie se lo tolera, y comenzamos a vociferar ese discurso trasnochado de “estado laico”, pero muy bien que en Semana Santa o en Navidad disfrutan de los festivos. Bien ganado nos tenemos lo que nos pasa, porque ni escrúpulos, ni respeto, ni coherencia demostramos en nuestras vidas.

