Por: Edgar Enríquez.
Hace varios años la noche de las velitas, las novenas de aguinaldos, la Nochebuena y el 31 de diciembre los celebrábamos, además de la comida típica de esa época, quemando mucha pólvora.
La explosión de los totes, los ‘cuetes’, los voladores y el cielo lleno de globos eran los ingredientes que no podían faltar para conmemorar estas fechas especiales. Crecimos en un ambiente en donde para espantar a los malos espíritus del año que terminaba rellenábamos los años viejos con gran cantidad de pólvora.
Así transcurrió nuestra infancia, esquivando ‘cuyes’ o buscapiés, exponiéndonos a que nos quemáramos con una vela romana o un diablillo. Pero no todos salíamos ilesos de esas épocas de abundancia de fuegos artificiales, de ruido y contaminación.
Muchos de nuestros contemporáneos debieron sufrir graves quemaduras, amputaciones y hasta la muerte por esa costumbre de celebrar con pólvora estas fechas que se deben caracterizar por ser de alegría.
En esos tiempos no había prohibición de estos elementos pirotécnicos y tampoco se llevaban registros de víctimas. Los vendedores de pólvora hacían su agosto en diciembre a costa de las consecuencias que pudieran sufrir quienes les compraban esos elementos.
Ahora, a pesar de las campañas que se realizan por los medios de comunicación o con visitas a los establecimientos educativos sobre el peligro que representa la manipulación de pólvora, sobre todo por parte de los menores de edad, esta costumbre ha sido difícil de erradicar.
Por estos días finales del año se aprestan en varias ciudades del país a comenzar varias campañas contra el uso de la pólvora y demás elementos que se utilizan para celebrar estas fechas. El fin es evitar el mayor número de quemados posible que suelen presentarse por esos días de fiesta y jolgorio. .
No solo las personas se afectan en esta época de celebraciones y de ruido, también los animales, principalmente los perros, que deben huir de la ciudad en busca de refugio.
No utilicemos pólvora, y menos mezclada con licor, porque podría ser fatal. Recuerde que si se vuela los dedos estos no vuelven a crecer.