En Colombia no se ha conocido, pero me pareció ver en algún país que el 14 de agosto se celebra el Día Internacional del Constructor y todos estamos convencidos que bajo el mandato divino nacimos para construir. Esa es la misión que Dios a cada quien nos encomienda y que debemos cumplir aquí en la tierra. Pero en este mundo tan desigual e injusto, hay personas que se especializan en destruir lo que el otro hace o quiere hacer.
Todos sabemos que en lo material el constructor con base en planos, estudios de suelo y otros componentes levanta una edificación y dentro de un espacio de tiempo y la entrega con todas las especificaciones que se diseñaron al gusto del cliente. A ese gremio respetable de constructores se le atribuye la modernización en los proyectos urbanísticos y todo el progreso de las grandes ciudades y pueblos.
Ya en el ámbito personal desde el nacimiento primero con la responsabilidad de los padres y maestros se va construyendo anclada en principios y valores una personalidad y sobre ella, las herramientas y posibilidades de trazarse metas y sueños. Ya en lo profesional hay que construir unidad y amor en la familia, en la empresa, en las instituciones educativas, en el deporte, en la cultura, en el arte etc.
«Nombramientos con decreto se daba el lujo de derogarlos. Y cuando le pregunté por qué era así de mal tipo. Con la mayor frescura me contestó: soy feliz viendo sufrir a los otros”
Y cuando la gente es consciente de lo que con esfuerzo y a veces obstáculos se construye le va quedando sembrado en su corazón ese aire fresco de satisfacción y de poderlo expresar de alguna manera que se está cumpliendo no sólo con ese objetivo social, sino siendo fiel a la obra que se propuso, independientemente de las críticas que sólo se lanzan por el intento de desestabilizar.
Así como se tiene habilidades y actitudes positivas para construir por fortuna en la mayoría, en todo tiempo también ha habido y hay muchos que vienen como mandados a hacer, muy capaces en destruir lo poco o lo mucho que sus semejantes hacen. Se manifiestan en todos los sectores, pero fundamentalmente en lo político. Como dicen en la costa: ¡Qué cosa!
Conocí personalmente a un dirigente partidista que, aunque ya no está me dejó tristemente sorprendido. Era un tipo que, valiéndose de mil artimañas, lo que estaba ya hecho lo desbarataba. Nombramientos con decreto se daba el lujo de derogarlos. Y cuando le pregunté por qué era así de mal tipo. Con la mayor frescura me contestó. “Soy feliz viendo sufrir a los otros”.
En esta vida es mejor ser constructores. Así estamos cumpliendo con el “para qué” fuimos creados.
Por: Sofonías Rodríguez M.

