El panorama de la construcción en Pasto es desolador, reflejando una situación económica paralizada que impacta profundamente en la dinámica de la ciudad. ¿Acaso no se siente como si la actividad económica estuviera en suspenso? En sectores diversos como peluquerías, lavado de carros, venta de ropa, entre otros, se escuchan lamentos sobre lo difícil que se ha vuelto mantenerse a flote.
Parte de este estancamiento se atribuye al sector constructor, el cual solía ser un motor crucial, generando más de 3000 puestos de trabajo directos. Sin embargo, hoy se encuentra en un estado de parálisis preocupante. José Antonio Martínez, ingeniero constructor, explica que los continuos bloqueos y la incertidumbre en la vía Panamericana que conecta a Pasto con el interior del país hacen que contar con insumos de construcción sea una tarea ardua.
Los trámites administrativos, a menudo burocráticos, obstaculizan aún más el progreso. Aunque se espera que una vez aprobado el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) las cosas mejoren, aún queda un largo camino por recorrer. Los bloqueos en las vías de comunicación causan escasez de combustible y materiales de construcción, lo que aumenta los costos y hace imposible proyectar presupuestos con certeza.
Además, las constantes interrupciones en las vías principales, como Pasto-Cauca, Pasto-Tumaco, y Pasto-Putumayo, sumadas al aumento de costos en materia prima e insumos, las bajas ventas, la extorsión al sector ganadero y otros factores, contribuyen al crecimiento del desempleo y al cierre de negocios.
La falta de garantías en la entrega de mercancías, la inseguridad en las carreteras y la escasez de conectividad aérea agravan aún más la situación. Este cúmulo de adversidades genera temor en la inversión y dificulta el desarrollo económico de la región.
En resumen, la parálisis en el sector de la construcción de Pasto es un reflejo de la crisis económica que afecta a la ciudad. Se requieren medidas urgentes para reactivar esta importante industria y restablecer el crecimiento y la estabilidad en la región.
Recientemente, miré una reunión crucial entre el sector académico, diversas entidades y sectores gremiales, junto al senador David Luna. El propósito era solicitar su respaldo y unidad parlamentaria para abordar la grave crisis que afecta al departamento de Nariño. Este encuentro plantea una pregunta incisiva: ¿acaso estos sectores ya no confían en los representantes de Nariño?
La necesidad de buscar soluciones a la crisis es evidente, y la convocatoria de diferentes actores muestra la urgencia y la voluntad de colaborar. Sin embargo, la presencia de un senador externo para liderar estas discusiones puede reflejar una falta de confianza en los representantes locales. Es crucial que los líderes políticos de la región reconstruyan esta confianza y demuestren su compromiso con el bienestar de Nariño.
La unidad parlamentaria es fundamental para impulsar medidas efectivas que aborden las complejas problemáticas que enfrenta el departamento. Los ciudadanos y los diversos sectores esperan acciones concretas y resultados tangibles. Es momento de que los representantes de Nariño demuestren su capacidad de liderazgo y trabajen en conjunto para superar los desafíos y revitalizar la economía y el bienestar de la región.

