En un país donde la contratación estatal suele asociarse a expedientes densos, cifras incomprensibles y trámites que pocos dominan con solvencia, resulta llamativo que uno de los perfiles más sólidos en este campo no provenga de la generación tradicional de juristas, sino de una camada joven que entiende que el derecho público ya no puede leerse sin las finanzas sobre la mesa.
Cristhian López Contreras es abogado, egresado de la Universidad Mariana, con estudios en Contratación Estatal en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Nariño. Pertenece a la generación millennial, pero su forma de abordar el derecho dista del estereotipo apresurado que suele adjudicarse a los abogados jóvenes. Su especialidad no es sencilla ni complaciente: la contratación pública, uno de los terrenos más complejos y vigilados del Estado.
Antes de ocupar cargos de responsabilidad institucional, López Contreras inició su ejercicio profesional en un bufete propio, López & Contreras, una experiencia que, como ocurre con muchos jóvenes abogados, le permitió conocer el derecho desde la práctica cotidiana, lejos de los grandes despachos y más cerca de los problemas reales de clientes y entidades. Algunos de su generación optaron por horarios más racionales o asesorías empresariales; él decidió profundizar en un campo técnico, exigente y poco visible, pero estratégico.
Hay un rasgo que marca su ejercicio profesional y que explica buena parte de su diferencial: su comprensión empírica de la contaduría y las finanzas. Hijo de contador, aprendió desde joven los intríngulis de los números, no desde el aula universitaria sino desde la práctica diaria. No es contador, pero ese aprendizaje temprano hoy se traduce en una capacidad poco común entre abogados: leer contratos, procesos y litigios entendiendo su impacto económico real.
Ese conocimiento financiero aplicado al derecho le permite ofrecer una asesoría más integral, identificar riesgos, oportunidades de ahorro y manejar con mayor solvencia escenarios complejos como disputas contractuales, fraudes, quiebras o controversias comerciales. En contratación estatal donde cada decisión tiene consecuencias presupuestales este valor agregado resulta decisivo.
Su paso por la gestión pública ha comenzado a dejar resultados concretos. En una entidad catalogada por muchos como politizada y con rezagos históricos en recaudo, López Contreras asumió el reto de trabajar sin retrovisores, concentrado en la legalidad, el servicio y la eficiencia. El resultado: la recuperación de una cartera cercana a los 400 millones de pesos, recursos que llevaban más de dos años considerados prácticamente perdidos. Para algunos puede parecer una cifra menor; para una entidad que ya había dado esos recursos por irrecuperables, la gestión habla por sí sola.
Más allá de los números, quienes han trabajado con él destacan un estilo distinto: cercanía con los equipos, comunicación clara y un ritmo de trabajo orientado a resultados, no a la retórica jurídica. Su enfoque combina rigor técnico con sentido práctico, algo que no siempre se veía en conceptos jurídicos anteriores y que hoy empieza a marcar una diferencia.
En tiempos donde el debate público suele concentrarse en figuras consolidadas, vale la pena detenerse a mirar estos perfiles emergentes. Cristhian López Contreras no es noticia por estridencias ni discursos grandilocuentes, sino por hacer bien un trabajo difícil, en silencio, en un área donde el error se paga caro y la improvisación no tiene cabida.
Reconocer estos talentos en los entornos regionales no es un gesto de complacencia, sino una necesidad. Porque el futuro de la gestión pública y del derecho en Nariño y en el país también se construye con abogados jóvenes que saben que amar la profesión implica entenderla en toda su complejidad. Y, en este caso, también saber contar.

