Con los últimos acontecimientos que se vienen presentando, la realidad es que el apoyo total que el presidente de la República, Gustavo Petro parecía tener en el Congreso comienza a diluirse lo que comienza a causar preocupación en el Pacto Histórico.
Esto se comprobó por cuenta de dos proyectos claves para su Gobierno, cuya discusión fue torpedeada por partidos como el Liberal y el Conservador, dos de sus ‘aliados’.
Lo cierto es que en colectividades como los liberales, los conservadores y La U –que están en la coalición de Gobierno– aparecieron brotes de inconformismo frente a iniciativas controvertidas como la reforma tributaria que subirá impuestos y la ley de orden público con la que se sentarán las bases legales para iniciar nuevas negociaciones de paz.
Plan B
Esa situación fue leída en la Casa de Nariño como un conato de incendio político que tiene que ser sofocado, y ante la premura, el Jefe de Estado dio orden expresa al ministro del Interior, Alfonso Prada, de arrancar un plan de inmersión en las comunicaciones de los partidos aliados para frenar los ánimos de rebeldía que, según conoció este diario, están impulsadas por interés de mayor burocracia en el Ejecutivo.
Descontento liberal
A pesar de que la reforma tributaria fue aprobada sin mayores inconvenientes en las comisiones económicas de Senado y Cámara, el cuento fue otro cuando el proyecto llegó a las plenarias, donde se vio truncado por reparos del Partido Liberal –en cabeza de César Gaviria, su director– quien citó a la bancada a una reunión extraordinaria para exponer todos sus reclamos.
Mientras que Gaviria presidía esta cita en el Hotel de la Opera –a pocos metros del Congreso– y le contaba a más de 40 congresistas que quería tumbar la reforma tributaria, el Gobierno logró infiltrarse en el diálogo, pues al menos 10 legisladores liberales –entre ellos Juan Carlos Losada, John Jairo Roldán, Juan Diego Echavarría y Álvaro Monedero–, entablaron comunicación directa con la Casa de Nariño, desde donde se averiguaba sobre los reclamos específicos del expresidente.
Esta interlocución no sirvió de mucho para el Gobierno, pues los masivos intentos de entablar un puente de diálogo no fueron suficientes y finalmente el jefe de los liberales terminó haciendo 11 reparos públicos a la reforma tributaria.
“Esto no tiene un artículo para defender, ni uno, no hay un solo artículo que uno diga que de esto hay que pelear. No hacen sino daños, daños y daños”, dijo Gaviria.
¿A la oposición?
Más allá de esta discusión por la reforma fiscal, lo que está claro en el liberalismo es que Gaviria está dispuesto a volverse un palo en la rueda para los planes del Gobierno Petro si este no cede a las pretensiones burocrática del expresidente. Fuentes al interior de esa colectividad le aseguraron a este diario que para el jefe de los liberales no es suficiente el hecho de tener control del Ministerio de Vivienda y el Ministerio de Justicia.
Es por eso que desde hace al menos dos semanas Petro y Gaviria se han mantenido apartados y no han tenido comunicación directa, sino a través de intermediarios (ministros y congresistas), distancia que se estaría ampliando por cuenta de críticas como las del senador petrista Gustavo Bolívar, quien llamó “vende patria” al expresidente por sus reparos a la tributaria.
Por ahora se mantiene el teléfono roto entre Petro y Gaviria, y en las toldas liberales se dejó claro que la tributaria no se votará en bloque, ya que unos apartados se debatirán punto a punto y se conformó una delegación integrada por los congresistas Monedero, Juan Pablo Gallo y Alejandro Carlos Chacón, que le comunicarán al gobierno reparos a la reforma fiscal como evitar cobrarle impuestos a las pensiones más altas.
Peticiones conservadoras
En las toldas conservadoras también apareció un impulso inconformista, pero la protesta fue más modesta y cautelosa, pues los congresistas de este partido –liderado por el senador Carlos Andrés Trujillo– son conscientes de que pueden negociar con el Gobierno Petro sin necesidad de hacer reclamos públicos, pues en su lugar optaron por un ‘sabotaje’ a la discusión de la ley de orden público, que tuvo que aplazarse el miércoles pasado por falta de quórum.
“Lo que resulta notorio es que el conservatismo en bancada decidió ausentarse. Es un tema del ministro del Interior, pero hay que preguntarles si todavía son bancada de gobierno, porque los partidos de gobierno acompañan la agenda del Ejecutivo”, expuso.
A este cálculo político se le suma el burocrático, pues los conservadores también se unieron a la estrategia de reproche de los liberales y a pesar de que Petro ya les entregó el Ministerio de Transporte, Trujillo espera que el Presidente nombre a Juan Carlos Beltrán Bedoya como director de la Agencia de Seguridad Vial, a pesar de que su perfil profesional no está relacionado con siniestralidad vial.
Otra rebelión
Otro aliado de los tradicionales que también se le rebeló a Petro fue La U, partido en el que surgieron sorpresivamente voces de protesta contra la reforma tributaria ahora que pasó de las comisiones a las plenarias y justo después de que el liberalismo decidió hacer reproches frente a esa misma iniciativa del Gobierno.
“Desde La U continuaremos trabajando para proteger los intereses de las clases menos favorecidas, en esta oportunidad la clase media que es la que resulta más afectada con el proyecto de reforma tributaria actual”, aseguró Dilian Francisca Toro, directora del Partido de la U, quien también se estaría uniendo a la ola de presión para recibir más beneficios burocráticos, además del Ministerio de las TIC, para mantener el respaldo a Petro.
Si las cosas siguen como están, a la fecha el Gobierno Petro tendrá que agarrar la calculadora y empezar a hacer cuentas para la aprobación de sus reformas, pues si no cede a las pretensiones de sus tres partidos aliados más claves, se le podrían restar al menos 100 votos en el Congreso y tenía un bloque de oposición en el que también están los partidos Centro Democrático y Cambio Radical, quien ya decantaron su voto negativo a la reforma

