Hace dos años, Ryan Shorter hizo realidad su sueño infantil de abrir un zoológico.
Desde pequeño era todo lo que quería, pero un desastroso día de inauguración le hizo cuestionar su deseo.
Para aumentar el caos, seis meses después de abrir el zoológico Call of the Wild (La llamada de lo salvaje, en español), cerca de South Woodham Ferrers, en Essex (en el suroeste de Inglaterra), descubrió que su pareja estaba esperando un bebé.
Aquí cuenta, con sus propias palabras, lo que significa vivir en el zoológico con su pequeño y sobre lo que espera en el futuro.
El primer problema fue que no soy la persona más académica y me iba muy mal en ciencias. Mi maestra dijo que tal vez no podría estudiar, pero estaba decidido.
Me gradué en zoología y luego hice una maestría en conservación de vida silvestre.
Vengo de una familia de clase trabajadora y no sabía por dónde empezar, pero fui a trabajar como voluntario en un zoológico llamado Tropical Wings en South Woodham Ferrers, conocido por su mariposario. Ese fue mi primer contacto y me contrataron como empleado.
Tiempo después lo dejé para unirme al equipo de reptiles del zoológico de Londres y luego al equipo de exhibiciones del zoológico de Colchester, donde gané la confianza para hablar frente a 400 personas.

