¿Cómo entender la revolución de la riqueza?

Por: Alina Constanza Silva

Los Estados Unidos desde el comienzo del presente año, ha propendido por alejarse de la globalización porque su presidente considera que solo ha servido para empobrecer a su país. Sin embargo, las evidencias muestran lo contrario; por ejemplo, el ingreso per cápita de los americanos ha pasado de US$20.000 en 1990 a US$83.000 en el 2023 y Estados Unidos sigue siendo la primera potencia militar y económica a nivel mundial.

Esta visión errada de la globalización ahora lo acercado al proteccionismo y al aislamiento del movimiento mundial del libre mercado. Aún peor, ha optado por la estrategia fallida de la sustitución de importaciones aplicada sin éxito en países de sur global como estrategia de industrialización. Pretender reindustrializar a USA, es no entender el entorno de los negocios en estos primeros veinticinco años del siglo XXI. En efecto, en un mundo marcado por la velocidad del cambio tecnológico, las estructuras tradicionales de poder, la economía y la producción se han transformarse de manera radical. Este siglo nos ha permitido presenciar el desplazamiento desde la industrialización hacia la economía del conocimiento, redefiniendo los conceptos de producción, distribución y el papel del consumidor en la generación de riqueza. Entonces, que elementos constituyen la revolución de la riqueza y como ha impactado al modelo económico vigente y a sus correspondientes gobiernos y sector privado es lo que se debe analizar. 

Tradicionalmente, la riqueza se considera la tenencia del capital físico, los recursos naturales y el trabajo manual. Sin embargo, en la actualidad, el conocimiento es el recurso estratégico como lo manifiesta Alvin y Heidi Toffler en su libro “la revolución de la riqueza” en el que se puede leer “estamos presenciando una transición profunda desde una economía basada en lo industrial hacia la economía del conocimiento”. En efecto, en lugar de fábricas, hoy se valoran las redes de datos, la innovación científica, y las ideas creativas, así como los algoritmos o plataformas en la economía digital. Estados Unidos por haber deslocalizado la industria y con ella la elaboración de productos a menor costo unitario en donde no se remunera apropiadamente el trabajo y poco importa el impacto negativo sobre el medio ambiente, no es la razón para hablar de empobrecerse, pues ahora se acumula riqueza en grandes cantidades sin tener tierra ni abundante mano de obra industrial, sino a partir de la explotación inteligente de la información. Las denominadas empresas tecnológicas son una muestra de la riqueza en este siglo, Google, Amazon y Apple son ejemplos de que no requieren ni tierra ni mano de obra abundante para liderar a nivel mundial la acumulación de la riqueza.

Paralelamente, la ruptura de la dicotomía tradicional se manifiesta en la creación de valor sin recibir un pago. En efecto, las redes sociales, las plataformas colaborativas y el software libre evidencian como millones de personas generan riqueza en forma de contenido, datos e innovación sin que se refleje directamente en el Producto Interno Bruto (PIB), evidenciando una desconexión entre las formas reales de creación de valor y los indicadores económicos como el antes señalado. Entonces, los países no se han empobrecido, sino que la riqueza a aumentado, pero no se ha incorporado a los indicadores económicos que indican si las naciones ahora son mas ricas o su población. Lo que si es atrasado y pobre son las instituciones políticas, educativas y legales que se mantienen en el pasado, generando conflictos con la regulación de las nuevas tecnologías o el desempleo causado por la automatización. La revolución de la riqueza implica una oportunidad para el desarrollo humano siempre y cuando no aumente el riesgo de una mayor desigualdad. También, ahora la riqueza no solo se mide en el dinero, sino el tiempo, la reputación, el acceso a la información y la calidad de vida son los nuevos activos que no se incorporan en la medición del crecimiento de la economía.

En conclusión, el seguir hablando de la pobreza en vez de entender el nuevo concepto del desarrollo que es la revolución de la riqueza es regresar a la sociedad a una etapa oscura de expoliación y explotación de recursos y mano de obra. La revolución de la riqueza entonces debe ser vista como la evolución tecnológica que ha generado una transformación cultural, social y estructural que redefine el papel del individuo, del conocimiento y el papel del Estado en la creación de riqueza. Ahora los lideres políticos deben dejar de quejarse de la pobreza y dedicarse a repensar las instituciones que ahora son extractivas y propender por actualizar la educación y construir una economía mas inclusiva que valore todas las formas de producción. Se trata es de incorporar a todos sin dejar a los más vulnerables atrás. Entonces, el conocimiento ya no solo es poder: hoy es, ante todo, riqueza