POR: MIGUEL HERNANDEZ
Es inconcebible que un país como el nuestro haya vivido toda su vida con la muerte desde su creación hasta nuestros días, claro, la muerte es un paso que tenemos que darlo irremediablemente todos los seres vivos, después de la vida, de crecer y multiplicarnos viene la muerte, pero esa muerte dulce, viajera, dolorosa despedida, pero al fin es nuestra muerte la que debemos enfrentar un día, cuando nos toque a nuestra puerta, a nuestra alma.
¿Quién no le tiene miedo a la muerte? La muerte solo llega cuando estemos vivos y de estar soñando, de estar ocupados, de estar descansando, cuando estemos de paseo, tal vez en una labor peligrosa donde se juegue la vida solo por tener unos cuantos pesos en el bolsillo, o también haciendo algo que no debemos hacerlo solo por diversión y dando un espectáculo circense. Como decía mi abuelo “la vida es y será siempre amable”
Del lado colombiano donde hemos pasado la mayor parte de nuestra existencia, la vida está en un inminente peligro por la situación de conflicto prácticamente desde el inicio de la creación y de la constitución del estado colombiano, han pasado tantos presidentes en medio de tantas guerras, desde la independencia donde la muerte ha estado en el primer lugar para la preocupación de los habitantes, la violencia es como se ha la ha llamado siempre.
Claro está que en muchas zonas del país como por ejemplo las grandes ciudades como Bogotá la capital, Medellín, Cali, Bucaramanga, Barranquilla, la violencia urbana jamás ha cesado de generar violencia y por ende las muertes son a diario en todas sus modalidades, en otros lugares como en el caso de las bananeras de Magdalena, lo mismo en el Tolima grande, el horroroso siglo de violencia en la casa Arana en el Amazonas y muchas más.
Después de más de dos siglos de la muerte en toda la magnitud siga acechando, nuestros hogares y en todas las dependencias del gobierno y hasta estos días los lugares donde más se ha segado la vida a muchos colombianos están los departamentos de El Valle del Cauca, Cauca, Antioquia, Los Santanderes, los Llanos orientales de Colombia, nuestros vecinos de Putumayo. Los partidos políticos, las guerrillas, los paramilitares, violencia común y los carteles del narcotráfico generadores de violencia y muerte.
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Y por supuesto nuestro departamento de Nariño que no se escapa en esta ola de terrorismo por diferentes motivos, la violencia de género, la política, por los grupos armados ilegales, los carteles de la droga ya sea colombianos y extranjeros, la violencia doméstica la que llegó al departamento y se quedó delinquiendo y Pasto la gran capital en los últimos años ha generado unos índices altos de violencia que preocupa a todos.

