Tanto los países partidarios y no adeptos al pensamiento del presidente electo de Colombia, 2022-2026, Gustavo Petro, han reconocido para la nación un horizonte favorable para adelantar un proceso de necesarias transformaciones sociales, ambientales, políticas y económicas pendientes, convertidas en factores de las desigualdades, inequidades e injusticias sociales; que a estas alturas de la humanidad, con el potencial humano y natural que dispone, no tienen justificación para persistir en la cotidianidad del territorio.
En esa dirección, departamentos como Nariño, Cauca, Putumayo, Chocó, el Valle, La Guajira, representan parte de ese territorio nacional cuyas comunidades, por siglos han sufrido y siguen afrontando condiciones hostiles para una vida sin penurias; frente a ese contexto es connatural que las comunidades de estos entes territoriales revivan por fin y superen los indicadores de vida adversos, como lo expresaron en las urnas.
En la misma dirección, otras regiones que según el mapa electoral se denominó el centro del país, reflejaron oposición al programa del presidente Petro; pero, no serán excluidas del gobierno para avanzar por oportunidades.
El mapa político, ha permitido a opinadores hablar y escribir de una división del país, entendible desde la óptica política. Pero no para impedir el dialogo hacia un ambiente constructivo por una nación mejor, que siempre ha sido reclamado y el presidente electo desde su discurso el 19 de junio, envió un mensaje de unidad para la paz.
Dicho mensaje se concretó por el “Gran acuerdo nacional es construir la paz”; el cual, ha ido confeccionándose transcurridos los días. Pero, con razón, vale reconocer que esa tarea será titánica, porque el eje la paz, es muy esperada como el mayor anhelo en todos los rincones de Colombia.
También, por representar una realidad latente que la historia viene recordando frente a los deplorables actos de terror y descomposición institucional nutridos por la ausencia de medios para la convivencia social, la ruptura de los cimientos legítimos para vivir con decoro individual y social. En ese entorno, se amplía el camino de edificar un país de unidad.
Pero el punto clave a tener en cuenta, en esa realidad nacional será entender la complejidad que la rondará siempre, porque causas y secuelas se parecen y para ejecutar políticas coherentes son vitales los atributos de objetividad, participación, confianza y credibilidad absolutas, compaginados en una buena gestión pública para avanzar por resultados legítimos; de lo contrario se remueve el repudiado caos.
Acorde con lo anterior, volviendo al mensaje del presidente Petro, el “capitalismo se desarrollará”; se deduce, que edificarlo comprometerá vincular todos los actores sociales y políticos para hacer compatible aquel sistema económico tanto con la dignidad humana como con la creación de riqueza.
En esa premisa, el punto a consolidar es el Estado social de derecho; donde el pueblo y la clase media, no sigan “amarrándose los pantalones” como suele ocurrir; sería histórico sumar fuerzas como la gran empresa, industria, multinacionales y la banca, aportando prácticas convergentes que viabilicen un sistema renovado y necesario para ganar todos.
Por: Germán Caicedo Mora

