Con rezos, villancicos y reuniones familiares, Colombia dio inicio a la tradicional Novena de Aguinaldos, una de las celebraciones religiosas y culturales más arraigadas del país. Desde el pasado 16 de diciembre, hogares, parroquias, colegios y espacios comunitarios comenzaron a reunirse durante nueve noches consecutivas para conmemorar el camino previo al nacimiento del Niño Jesús, en una práctica que combina devoción católica y costumbres populares.
En ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, así como en municipios rurales, la novena se vivió como un espacio de encuentro que va más allá del aspecto religioso. Familias completas se reunieron alrededor de pesebres, compartiendo alimentos típicos como la natilla y los buñuelos, mientras niños y adultos entonaban villancicos tradicionales. En muchos barrios, las celebraciones se extendieron a espacios comunales, fortaleciendo la convivencia y el sentido de comunidad.
Las parroquias del país también jugaron un papel central, organizando novenas masivas, procesiones y actos litúrgicos que convocaron a cientos de fieles. Líderes religiosos destacaron que, en medio de un año marcado por dificultades sociales y económicas, la novena se convierte en un momento de reflexión, esperanza y unión para la población.
En cuanto a la población creyente, Colombia continúa siendo mayoritariamente católica. De acuerdo con estimaciones basadas en encuestas nacionales recientes, aproximadamente el 70 % de la población colombiana se identifica como católica, lo que explica la vigencia y la fuerza de celebraciones como la Novena de Aguinaldos en el calendario cultural del país.
Así, el inicio de la novena reafirma no solo la fe de millones de colombianos, sino también una tradición que, año tras año, mantiene vivo el espíritu navideño y el valor del encuentro en la sociedad.

