Por: Alina Constansa Silva
Pueden habilitar la vía Panamericana las veces que quieran, hacer anuncios rimbombantes y sacar fotos de funcionarios cortando cintas, pero la realidad es tozuda: la carretera que conecta a Nariño con el resto del país sigue en pésimas condiciones. Y si alguien sabe de eso, son los camioneros, que se juegan la vida todos los días sorteando 40 derrumbes que nadie ha querido asumir como un problema de fondo.
¿Quién se responsabiliza de esta vía? La respuesta es simple: nadie. Ni Invías, ni la Gobernación de Nariño, ni el Ministerio de Transporte. Todos firman acuerdos, prometen inversiones, organizan mesas de trabajo y luego, como suele pasar, el tiempo se encarga de diluir los compromisos. Ya en 2024, los transportadores exigieron medidas concretas, no solo para mejorar la infraestructura vial, sino para garantizar seguridad en el sur del Cauca. Pero nada.
Los puntos críticos que denunciaban entonces siguen exactamente igual. La falla geológica de Remolinos, la banca deteriorada antes de Párraga, el pésimo estado de la vía en Rosas, la vía Buesaco-Higuerones y los escombros acumulados en Juanambú. La viceministra de Infraestructura, el viceministro de Transporte, la viceministra del Interior y hasta la viceministra de Defensa pusieron su firma en documentos que anunciaban soluciones. Pero, ¿dónde están? ¿Qué han hecho?
Lo más grave es que, además del pésimo estado de la vía, hay un problema estructural: la falta de mantenimiento constante. Es un secreto a voces que cada vez que llueve, los derrumbes vuelven, y si nadie se hace cargo, la situación solo empeora. Y mientras tanto, los camioneros tienen que seguir arriesgando su integridad, maniobrando en una carretera que cualquier otro país ya habría intervenido con urgencia.
El colmo del descaro es que, pese a este desastre, se siga aumentando el valor de los peajes . Es decir, el Gobierno exige dinero a los transportadores por usar una vía que apenas les garantiza llegar vivos al destino. Por eso tienen razón en su indignación. Si bien se habla de habilitación parcial, en la práctica, la Panamericana sigue siendo una trampa mortal. Y nadie responde.

