En una reciente transformación que ha permitido que los ciudadanos vuelvan a caminar con tranquilidad por las calles de Pasto, la calle 17 se presenta como un ejemplo de revitalización urbana. Sin embargo, esta mejora ha sido ensombrecida por la creciente preocupación de los comerciantes y residentes de la zona, quienes se ven afectados por la invasión del espacio público por parte de vendedores informales.
Los comerciantes locales, que operan en la calle 17 y sus alrededores, han expresado su descontento. Argumentan que la presencia de carretas y vendedores ambulantes no solo limita el acceso a sus negocios, sino que también crea un ambiente de desorden y riesgo. “La bulla a toda hora, la inseguridad y la dificultad para transitar son problemas que enfrentamos a diario”, declaró uno de ellos. “Los derechos de los transeúntes y de quienes trabajamos aquí están siendo vulnerados”.
Aunque los vendedores ambulantes tienen derecho a buscar su sustento, muchos comerciantes creen que su ubicación en una vía principal, como la calle 17, es insostenible. “No es justo que el centro de Pasto se convierta en un mercado a cielo abierto”, afirmó Carmen Paz, residente del área. “Hay zonas como El Potrerillo donde pueden establecerse y vender sin afectar a la comunidad”.
Vendedores ambulantes
El creciente fenómeno del “voz a voz” ha exacerbado la situación. “Aquí está bueno, aquí sí se vende”, se escucha entre los transeúntes, lo que ha llevado a un aumento en la cantidad de vendedores ambulantes en áreas no autorizadas. Las carretas de frutas, verduras, y comidas típicas han comenzado a aparecer en lugares emblemáticos como la plaza de Nariño, la plaza del carnaval y los alrededores del Colegio Javeriano.
Los comerciantes hacen un llamado a la comunidad para que eviten comprar en la calle y así ayudar a mantener el orden en el centro. “No se trata de que el alcalde quiera sacar a nadie; somos nosotros, la comunidad, quienes deseamos que se respete el espacio público”, enfatizó uno de los líderes locales.
El futuro de la calle 17 y su entorno es incierto, y muchos esperan que las autoridades locales tomen medidas efectivas para equilibrar el derecho al trabajo de los vendedores informales con la necesidad de mantener un espacio público seguro y accesible para todos. La comunidad de Pasto está en un punto de inflexión, y el diálogo entre todas las partes será clave para encontrar una solución viable que beneficie a todos.