Los brasileños se dieron cita este domingo, 2 de octubre, en las urnas para elegir al próximo presidente. Fue un pulso feroz, principalmente, entre el ultraderechista Jair Bolsonaro y el gran favorito en las encuestas, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, dos archirrivales que encarnan visiones opuestas de Brasil.
Los resultados parecen ser claros: habría segunda vuelta presidencial, ya que ninguno de los favoritos ha logrado el 50% de los sufragios, sin contar votos en blanco y nulos.
Con el 30,8% de máquinas contabilizadas, Bolsonaro obtiene por el momento 47,6% de los votos y Lula un 43,6% de los comicios.
La cita electoral, en caso de darse una segunda vuelta, sería el próximo domingo 30 de octubre. Aún no hay nada escrito.
Jornada electoral
Los colegios electorales cerraron a las 5:00 p.m. (hora local). Pese a que todavía no se conoce la tasa de participación en este país donde votar es obligatorio so pena de una multa inferior a apenas un dólar, se observaban largas filas en mesas de todo el país.
El presidente del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes, destacó el clima de «absoluta tranquilidad» y dijo que no «es posible afirmar», como era señalado en las redes sociales, que las largas filas se deban a problemas de biometría.
Aldeyze Dos Santos, una ama de casa de 40 años, dijo al votar en Brasilia que apoyó a Bolsonaro, defensor de valores como la familia y el no al aborto, «porque es quien está a favor de lo que dice la Biblia».
En las zonas recónditas de la Amazonía, bajo presión por la deforestación masiva durante el gobierno de Bolsonaro, los indígenas tambi&e acute;n acudieron a las urnas.
«Es importante luchar por la democracia y votar a quienes valoran y respetan los pueblos indígenas», dijo el vicecacique Raimundo Cruz da Silva, de la etnia Kambeba, que vive en una comunidad a 60 km de Manaos, capital amazónica, y votó a Lula.
Polos opuestos
Bolsonaro, de 67 años, ha gobernado el mayor país de América Latina a golpe de crisis, especialmente con una fustigada gestión de la pandemia que dejó 686.000 muertos y un desafío constante a las instituciones democráticas. Mantiene un sólido apoyo entre el electorado evangélico, el agronegocio y los sectores más conservadores.
Lula, que presidió Brasil durante un periodo de fuerte crecimiento y dejó el poder con un envidiable índice de popularidad, vuelve al ruedo político con 76 años y sin poder sacudirse la mancha de la corrupción, aunque sus condenas en el escándalo «Lava Jato» fueron anuladas por motivos procesales.
Excarcelado en 2019 tras pasar 19 meses en prisión, Lula cuenta con el apoyo de las clases populares, las mujeres y jóvenes y trata de seducir al mercado y sectores moderados. Su candidato a vicepresidente es el tecnócrata Geraldo Alckmin.

