A veces pensamos que lo que hacemos en la vida sólo nos afecta a nosotros, sin darnos cuenta que todos nuestros actos van creando una historia, tanto personal como familiar y le van imprimiendo un estilo a nuestro entorno familiar.
Así que debemos hacer conciencia y buscar que actuemos siempre conforme a lo que Dios nos manda y la moral permite. Así también debemos dar testimonio a nuestros hijos a actuar para ayudar a los demás, educando a nuestros hijos en este estilo de vida.
Es necesario poner todo de nuestra parte para que nuestros actos sean buenos y conforme a lo que los mandamientos nos van marcando.
Es necesario también que demos testimonio con nuestras acciones que Dios es el centro de nuestras vidas y por lo mismo, hacemos las cosas para agradarle a El, aunque al mundo no le agraden tanto.
Debemos ser valientes. Debemos actuar bien para dar siempre frutos buenos, mucho más cuando los beneficiados son nuestros familiares. Seamos generosos y humildes para que nuestros hijos lo sean también.
Es indispensable resaltar que la oración es parte fundamental, para que nuestras acciones den frutos buenos en nuestra familia. Es necesario sobrenaturalizar lo cotidiano y la mejor forma de hacerlo es con nuestras oraciones y ofrecimientos diarios.
Es importante tener claro que la acción sin oración se vuelve infecunda. Si nuestros hijos ven que nosotros oramos a Dios en todo momento y con todo nuestro corazón, seguro que ellos lo harán de forma cotidiana y constante, logrando sobrenaturalizar lo cotidiano.
Otra forma muy buena que nuestras acciones vayan dejando huella en la historia de nuestros hijos es que las ofrezcamos a Dios, para que sea El quien las haga fructificar en nuestros hijos.
Además, así estaremos dándole un sentido trascendente a nuestro vivir y por lo mismo haremos todo para que nuestros hijos se sientan orgullosos de formar parte de nuestra familia.
Las acciones ofrecidas a Dios se vuelven capital de gracia para nuestra familia.
También es necesario explicarles a nuestros hijos el estilo de vida que llevamos como personas y como familia para que ellos también puedan participar. Es importante que comprendan todo lo qué hacemos para que después lo hagan suyo y lo vivan por gusto y no por obligación.
Si ya comprendimos que todo lo que hacemos les beneficia o perjudicas a nuestros hijos, entonces debemos buscar hacer el mayor bien posible. Así, siempre escogeremos entre dos bienes el mayor y con este testimonio nuestros hijos estarán capacitados para siempre actuar conforme al bien, la moral y lo que Dios nos manda.

