Los dos A26 que está construyendo el fabricante sueco de defensa Saab llegarán a comienzos de la próxima década, tras un nuevo retraso. La Armada sueca tendrá que esperar aún unos años más para incorporar a su flota los dos primeros submarinos de quinta generación del mundo. El fabricante sueco de defensa Saab anunció recientemente un nuevo retraso, y consiguiente sobrecoste, de los A26 que no llegarán hasta los años 2031 y 2033 y con un coste acumulado de 2.300 millones de euros, tras el último acuerdo negociado entre la compañía y la Administración Sueca de Material de Defensa (FMV).
El A26, también conocido como clase Blekinge, es la próxima generación de submarinos convencionales de la Marina sueca que está desarrollando Saab Kockums como relevo de los veteranos buques de las clases Södermanland y Gotland. Sobre el papel, deben convertirse en la pieza central de la capacidad submarina de Suecia durante varias décadas y en un activo clave para la OTAN en el Báltico, un mar poco profundo y plagado de cables, gasoductos y rutas estratégicas.
Un submarino de quinta generación prácticamente invisible
Pertenece al tipo submarino de ataque o submarino cazador-asesino en la jerga militar, diseñado principalmente para atacar y hundir otros submarinos y buques, aunque realmente es multipropósito. Desplaza 2.100 toneladas sumergido y tiene una eslora de 66,1 metros, manga de 6,75 m y calado de 6 metros.
Que Saab lo defina como submarino de quinta generación tiene tanto de etiqueta comercial como de salto tecnológico. La compañía agrupa bajo ese concepto varias capacidades: sigilo muy reforzado, integración desde el diseño en operaciones multidominio, empleo intensivo de sensores y sistemas de información, y la posibilidad de desplegar drones y fuerzas especiales directamente desde el casco para operar sobre el fondo marino.
En el plano del sigilo, el A26 parte de la larga experiencia sueca en submarinos de propulsión independiente del aire. Se trata de un sistema que permite a un submarino seguir generando energía mientras está sumergido, sin necesidad de salir a superficie para tomar aire.
En lugar de depender solo de los motores diésel, que necesitan oxígeno y obligan al submarino a ascender cada cierto tiempo para así poder cargar las baterías del motor eléctrico que mueve la hélice, usa un sistema adicional que también genera energía para esas baterías y funciona con oxígeno líquido y combustible almacenados a bordo. Gracias a ello puede permanecer bajo el agua muchos más días sin ser detectado, moviéndose a baja velocidad y en silencio.
El barco combina una geometría de casco optimizada, recubrimientos destinados a absorber parte de la energía de los sonares y un sistema de desmagnetización electrónico que reduce su firma magnética y eléctrica. A ello se suma el sistema patentado de propulsión independiente del aire Stirling (AIP)
El resultado, según Saab, es un submarino capaz de moverse de forma prácticamente invisible tanto en aguas costeras como en mar abierto y de acercarse lo suficiente para escuchar comunicaciones, localizar radares o seguir el movimiento de buques sin delatar su presencia. Ese papel clásico de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR) es una de las funciones centrales del diseño, que busca alimentar con datos al resto de fuerzas aliadas en el marco de las operaciones multidominio.

