Hoy, 13 de noviembre, Colombia recuerda con tristeza el 39° aniversario de la tragedia de Armero. Este desastre natural, desencadenado por la erupción del volcán Nevado del Ruiz, dejó un saldo devastador de más de 20,000 víctimas fatales. La avalancha de lodo y escombros sepultó a la ciudad de Armero, ubicada en el departamento del Tolima, cambiando para siempre la historia del país.

Impacto y reacción
La tragedia de Armero no solo destrozó familias, sino que también impulsó cambios significativos en la gestión de emergencias en Colombia. Ericka Lozano, secretaria de Ambiente y Gestión del Riesgo del Tolima, comentó: «La tragedia de Armero marcó un antes y un después en la gestión del riesgo en Colombia». Como resultado, en 1988 se creó el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo y en 2012 se promulgó la Ley 1523, que establece un marco legal para la gestión del riesgo, enfatizando tanto la respuesta a emergencias como la prevención y reducción del riesgo.
El inicio del desastre
El 13 de noviembre de 1985, tras 69 años de inactividad, el volcán Nevado del Ruiz entró en erupción. El deshielo resultante provocó una avalancha que descendió rápidamente por el río Lagunilla, destruyendo a su paso el municipio de Armero. Más de 20,000 de los 29,000 habitantes de la ciudad perdieron la vida en este evento catastrófico, que también dejó miles de heridos y desplazados.

Rescate y supervivencia
La Defensa Civil y voluntarios trabajaron incansablemente para rescatar a los sobrevivientes. Entre ellos se encontraban niños muy pequeños, muchos de los cuales fueron dados en adopción debido a la pérdida de registros y deficiencias en los protocolos de adopción tras la avalancha. La fundación Armando Armero se dedica a rescatar la memoria colectiva de este suceso y a reunir a las familias separadas por la tragedia, aunque la labor sigue siendo compleja.
Omayra Sánchez: símbolo de la tragedia
Una de las imágenes más emblemáticas de la tragedia de Armero es la de Omayra Sánchez, una niña de 13 años que quedó atrapada bajo los escombros de su casa. Luchó por su vida durante tres días, conmoviendo al mundo con su valentía. Su historia fue capturada en una fotografía del francés Frank Fournier, que ganó el premio World Press Photo. Omayra falleció el 16 de noviembre, dejando un legado de coraje y resistencia.

Memoria y resiliencia
Cada año, cientos de personas regresan al sitio de Armero para recordar a sus seres queridos y conmemorar la tragedia. La organización Armando Armero también trabaja en proyectos para el desarrollo social y económico de la región, manteniendo viva la memoria de los eventos de 1985.
Un legado de cambio
La tragedia de Armero generó un simbolismo en la cultura colombiana, recordándonos la importancia de la preparación y la respuesta adecuada ante desastres naturales. Además, puso en evidencia la necesidad de mejorar las acciones preventivas y las medidas de evacuación.
El futuro de la gestión de riesgos
Hoy en día, el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo y las autoridades locales trabajan continuamente para fortalecer la infraestructura y la preparación ante posibles desastres. Esto incluye simulacros regulares, educación comunitaria y mejora de los sistemas de alerta temprana. Estas acciones buscan minimizar el impacto de futuros eventos naturales y asegurar una respuesta más rápida y coordinada.
Un compromiso con la prevención
El legado de Armero también se refleja en el compromiso de las autoridades y la ciudadanía con la prevención y mitigación de riesgos. Proyectos de reforestación, construcción de barreras naturales y mejoras en la planificación urbana son solo algunas de las medidas que se están tomando para reducir la vulnerabilidad de las comunidades ante desastres naturales.
La tragedia de Armero no solo dejó una cicatriz profunda en la memoria colectiva de Colombia, sino que también simboliza la resiliencia y esperanza de un pueblo que continúa adelante a pesar del dolor. Las lecciones aprendidas de este desastre siguen siendo fundamentales para la gestión del riesgo en el país.


