Mauricio Muñoz, director.

APAGUE Y VAMONOS

Por Mauricio Fernando Muñoz Mazuera

El pasado fin de semana de nuevo la violencia se volvió a tomar los eventos musicales que se desarrollan en el marco de las celebraciones tradicionales en el departamento de Nariño. En medio de un concierto de música popular llevado a cabo en el municipio de La Unión, un grupo de desadaptados inició una riña que culminó con la cancelación del show, además, a causa del enfrentamiento, se registraron heridos y destrozos considerables al mobiliario instalado en el lugar.

Lastimosamente, este tema se está convirtiendo en algo común en nuestro departamento, cuando hay mezcla de licor con evento, pareciera que es existe una condición que hace obligatoria la trifulca. No quiero decir una “gaviriada”, como aquella vez que el ex ministro de salud y ex candidato presidencial, Alejandro Gaviria, se atrevió a tachar la música andina y latinoamericana de arcaica e intrascendental, pues de alguna manera pareciera que el tipo de música en cuestión es la que incita el comportamiento irracional del público. Si analizamos el hilo conductor de los incidentes, los mismos se han suscitado cuando este tipo de música ha congregado a sus seguidores en el marco de festivales o conciertos, recordemos los enfrentamientos que sucedieron el anterior año en Sandoná, o los desmanes en el Coliseo del Colegio Champagnat de la ciudad de Pasto, a raíz de la no presentación de un artista en un evento.

Sin embargo, enfrascar esta disertación a un gusto musical particular, es desconocer que hay otras variables de mayor importancia en esta discusión. Partamos de una premisa, tristemente en todos estos eventos, el señor licor será el invitado de honor, a tal punto que las empresas de licores son quienes patrocinan las presentaciones de los artistas. Puede ser el concierto o evento más sencillo, por allí va a estar una pancarta o un dummie moviéndose de un lado al otro, y es que sin patrocino, la mayoría de estos espectáculos serían muy difíciles de organizar. Un buen amigo me dijo algún día: “desterrar al licor de las diferentes esferas en las cuales nos desenvolvemos seria autoinflingirse daño puesto que, la venta de bebidas alcohólicas proporciona a las arcas públicas un recaudo importante que incluso llega a financiar situaciones diametralmente opuestas como la salud, el deporte y la cultura”… así está hecho nuestro país, así lo pensaron los padres de la patria y no han hecho absolutamente nada para cambiar esta situación.

Entonces si no podemos luchar con nuestro enemigo, que por los avatares del destino, va a ser amigo para mantener lo poco que le llega al sistema de salud, o el pírrico aporte al deporte y a la cultura ¿Qué nos queda por hacer? Reamente es un tema de cultura ciudadana, así como lo hemos demostrado a lo largo de un número importante de columnas que he venido redactando al respecto, si no tenemos lo que se requiere para comportarnos en un evento público, con el agravante del posible consumo de tragos, que para nadie es un secreto, desinhibe hasta al más puritano del grupo, pues es mejor no asistir a este tipo de encuentros.

Pero pongámonos en los zapatos del alcalde que realiza un evento al aire libre para su comunidad y que se sale de control ¿Cómo debe actuar? Pues si sus coterráneos demostraron que carecen de lo necesario para asistir a estos eventos, no le tiemble la mano en sentar un precedente, cancele estos eventos y así le dará una lección a aquellos “tejas” que no pueden vivir en sociedad. En Pasto se canceló, claro está, por otras circunstancias la celebración del Onomástico y seguimos vivos. Ahora bien, que lo quieran realizar muy por fuera de la fecha en la que la ciudad celebra a su santo patrón, respondiendo particularmente a unos intereses alejados totalmente a los de la ciudadanía, ya es otra cosa… Pero bueno, eso es harina de otro costal.