POR: JORGE HERNANDO CARVAJAL
A través de la historia de los grandes periódicos del mundo, nunca han faltado las anécdotas o episodios graciosos cuya remembranza, siempre nos hace aflorar una sonrisa.
DIARIO DEL SUR no ha sido la excepción a esto. Yo, por ejemplo, recién llegado a Pasto, casi soy el responsable de la quiebra de un banco, cuando el director me mandó a hacer un informe de una entidad bancaria que se ubicaba en inmediaciones de la Plaza de Nariño y que, en efecto, iba a cerrar sus puertas.
Así las cosas, bien mandado y acompañado del reportero gráfico, fui al banco y lo encontré repleto de gente, pensé, de clientes que estaban reclamando su dinero. Uno de los funcionarios nos preguntó que necesitamos y le respondí que necesitaba hablar con el gerente. Luego de algunos minutos, este se asomó por el segundo nivel y dijo, ¿en que los puedo servir? venimos a hacer una nota de la quiebra del banco, le contesté desde abajo y eso fue el principio de una impresionante revuelta. ¡Ladrones, como asi que están en quiebra y siguen recibiendo plata! ¡Vamos a llamar a la Policía!, decían otros en una pelotera fenomenal.
Gracias a Dios, en medio de la terrible bullaranga, el gerente nos gritó: ¡Señores periodistas, el banco que va a cerrar es el de al lado…!
En otra oportunidad, el entonces presidente de la República, César Gaviria, confirmó su visita a DIARIO DEL SUR, por lo que todos los periodistas estaban su espera.
Sin embargo, a eso del mediodía en una época en la que aún no había celulares, se avisó que al presidente le habían adelantado el vuelo a Bogota, por lo que todos los periodistas, se fueron a almorzar y el periódico quedó solo con el portero. Y, al sorprendido portero, le tocó recibir al mandatario nacional, mientras llegaba el periodista Luis Eduardo Solarte Pastas, quien vivía a una cuadra del periódico.
Esta anécdota de Gaviria nos hace acordar de otro episodio hermoso, cuando el racionamiento de energía que impuso el mandatario hizo que los periodistas de DIARIO DEL SUR, tuviéramos que escribir las noticias a la luz de las velas.
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De los primeros años del periódico son las historias de las señoras que me estaban esperando a la puerta del periódico, con la intención de lincharme porque había escrito una columna sobre el cantante José Luis Perales, la cual no les gustó. Afortunadamente no me conocían y pude entrar, mientras que les decía que el desgraciado ese de Jorge Carvajal, se había ido a Cali durante una semana. Y de los taxistas que me iban a hacer picadillo por una nota sobre un taxista que había violado a una estudiante, lo que hizo que durante mucho tiempo no pudiera utilizar ese medio de trasporte y de mi colega Jaime Calvache que le iba a hacer un reportaje a un japonés integrante de una delegación comercial, quien le dijo ¡Pero don Jaime, yo no soy ningún japonés! ¡Soy su vecino!