Poe: Carlos Santamaría
La hipocresía de los grandes Medios en Colombia es apabullante y con matices de un fariseo: hacen un escándalo nacional de un hecho social, que puede ser reprensible, evitando tocar los temas principales y realmente violentos en el mundo.
Mientras comentaristas y presuntos analistas pasaban por la televisión nacional el desorden ocurrido previo al partido de la selección nacional con Argentina en USA, ocultaban los hechos profundamente agresivos ya sucedidos, por ejemplo, entre los hinchas holandeses e ingleses después de perder los primeros en la Copa UEFA: destrucción de locales, ataques con botellas de vidrio, golpizas, destrucción de inmobiliario, etc.
Esto tiene dos explicaciones: una, la obligación de los Medios Masivos de Desinformación de esconder todo hecho que permita descubrir el entramado que existe en el negocio del fútbol y la exaltación del nacionalismo con eventos que siendo importantes no se refieren a lo principal, cual es la soberanía de los países y su camino multipolar hacia el desarrollo.
Por otra parte, es obligatorio centrar la información en lo sustancial, para denunciar cada día la persecución a periodistas o cronistas que desean un mejor vivir para el pueblo. Bielsa debe ser profundizado en su planteamiento.
Ahora aparecerán ataques a la selección argentina por racismo y esconderán los videos de la selección alemana riéndose de estos jugadores diciendo que los gauchos andan agachados mientras que ellos, la Alemania nazi, anda de frente y altiva rememorando al terrible Hitler.
Nunca olvidar que Europa envía bombas pesadas para asesinar niños que juegan fútbol en las calles de Gaza, destruir hospitales, desmembrar seres humanos, presentando en los canales televisivos mensajes de condolencia, lágrimas falsas y llamados a la humanización insistiendo en condenar a Víctor Orbán, primer ministro de Hungría, por buscar planes de paz internacional.
Es hora de exigir algo de profundidad en los análisis de quienes manejan la comunicación en el país para promover efectivamente el pensamiento intelectual avanzado de las nuevas generaciones.
Nota: en próxima columna hablaremos del “orejicidio” de Trump.

