A esa tendencia de mirar y juzgar los acontecimientos cotidianos de manera positiva, constructiva y favorable se le denomina optimismo.
Las personas y sociedades optimistas se caracterizan por mirar usualmente el vaso medio lleno, a diferencia de las pesimistas, quienes tradicionalmente lo ven medio vacío.
Los optimistas parten de considerar que todo o la mayoría de sus tareas y emprendimientos les van a salir bien, siempre buscando el lado positivo aun de las cosas o sucesos adversos que se nos puedan presentar; obviamente, superando toda clase de contratiempos y dificultades que normalmente se presentan en cada uno de nuestros emprendimientos. Los optimistas siempre mantienen abierta las puertas de la esperanza.
A diferencia de los optimistas, los pesimistas solo ven nubes negras en el firmamento, ni siquiera consideran la posibilidad que existan nubes grises, peor blancas. Para ellos todo es negativo y ven la realidad de la peor manera posible. Se caracterizan por ser aves de mal agüero. Siempre están pronosticando catástrofes económicas, políticas y sociales, al punto de considerar que vive en medio de la peor sociedad y mundo posible. Por esta razón viven tristes, frustrados y amargados.
Hoy amanecí optimista porque creo y confío en el nuevo gobierno. Tengo fe de que al país le va a ir bien. Porque lo veo y siento bien intencionado. Porque sus propuestas apuntan a lograr que nuestras estructuras económicas, sociales y políticas mejoren.
Soy consciente que a partir de hoy el país no va a cambiar por arte de magia, pero sí tengo claro que comienza un nuevo periodo, en el cual espero que haya más justicia, equidad y oportunidades para todos quienes vivimos bajo el cielo colombiano.
Al presidente Petro, como a nuestra vicepresidenta Francia y su equipo de gobierno, hay que darles un compás de espera para que organicen y pongan en marcha su plan de desarrollo, para que en este país todos, sin distinciones de clases, partidos, concepciones religiosas y condiciones económicas y sociales podamos vivir sabroso. Sin odios ni rencores, en paz y en democracia. Si estos sueños se cumplen habrá razón suficiente para sentirnos optimistas y satisfechos. Dios bendiga a Colombia.
POR: VICTOR RIVAS MARTINEZ.

