Una nueva alza en los precios de los combustibles ha generado inquietud y preocupación en el departamento de Nariño. La gasolina, que hasta hace pocos días se vendía a $13.921, llegó ahora a los $14.000 por galón, mientras que el ACPM subió de $9.801 a $9.888. Aunque las cifras parecen representar un incremento menor, su impacto acumulado es profundo y afecta directamente a transportadores, comerciantes, campesinos, pasajeros y a toda la cadena económica regional.
Incumplimiento
El reconocido líder gremial del departamento, Mario Guevara, fue contundente en su declaración al respecto.
“Este aumento ya supera los $1.200 en muchos casos, cuando el acuerdo entre el Gobierno Nacional y los transportadores fijaba un tope de $800 por galón. Se trata de una clara violación a lo pactado con el gremio camionero, y eso genera descontento y desconfianza”, afirmó Guevara.
El empresario también señaló que no se trata únicamente de un ajuste más: “Estamos hablando del precio más alto de la historia para la gasolina en Colombia. El departamento de Nariño está pagando $14.000 por galón, y en algunas zonas del interior del país el valor es aún mayor. Esto no solo representa un récord, sino un golpe al corazón del bolsillo de todos los colombianos”.
Histórico
Desde los gremios transportadores del sur del país, las reacciones no se hicieron esperar. Voceros del sector afirmaron que el costo de los combustibles se ha convertido en el principal obstáculo para mantener sus operaciones. “Con cada aumento, se encarece todo. No solo afecta a quienes conducimos vehículos de carga o de pasajeros, sino a toda la sociedad. Si sube la gasolina, sube el transporte, los productos de primera necesidad, los pasajes y hasta el pan de cada día”, señaló uno de los representantes.
El temor de un efecto dominó en los precios de la canasta básica es compartido por analistas económicos de la región. La mayoría coinciden en que este tipo de incrementos se trasladan inevitablemente al consumidor final. Comerciantes de Ipiales, Pasto y otros municipios del departamento ya advierten un aumento en los costos de logística y distribución, lo que encarece las ventas y reduce la competitividad.
Además, las zonas rurales se ven aún más afectadas, ya que muchas comunidades dependen del transporte para movilizar sus productos agrícolas hacia las cabeceras municipales. Si el combustible es más caro, trasladar cargas se vuelve más difícil, afectando la economía campesina y la seguridad alimentaria local.

