Juan Carlos Cárdenas Toro

Alimentación: cuestión de solidaridad

Se acaba de celebrar el sábado 16 de octubre del día mundial de la alimentación. Con ocasión de esto, el Papa Francisco dirigió un mensaje al Director General de la FAO, al cual vale la pena hacerle eco.

Perentorio, impostergable, son dos palabras que el Papa emplea para pedir que se tomen medidas innovadoras para «transformar la forma en que producimos y consumimos alimentos para el bienestar de las personas y del planeta», pues considera que esto es clave para la recuperación después de la pandemia, para combatir la inseguridad alimentaria y avanzar en el logro de los objetivos de la agenda 2030.

El Santo Padre le recordó al señor Dongyu, director de la FAO la paradoja de que mientras más de 3.000 millones de personas están en condiciones de desnutrición, hay más de 2.000 con problemas de sobrepeso u obesidad, por un estilo de vida de excesos y poco saludable. Por ello recuerda que es clave animar en la humanidad auténticos procesos de cambio en todos los niveles.

El Papa propone 4 ámbitos en los cuales es urgente actuar: el campo, el mar, la mesa y la reducción de las pérdidas y el desperdicio de alimentos.

En este sentido el papa Francisco dice que «Nuestros estilos de vida y prácticas de consumo cotidianas influyen en la dinámica global y medioambiental, pero si aspiramos a un cambio real, debemos instar a productores y consumidores a tomar decisiones éticas y sostenibles y concienciar a las generaciones más jóvenes del importante papel que desempeñan para hacer realidad un mundo sin hambre».

Pero para este cambio, no es suficiente apuntar con el dedo a los Estados – que ciertamente tienen un deber ético de actuar –, sino que cada ser humano puede sumar en este esfuerzo, especialmente adoptando nuevos estilos de vida más responsables y tomando consciencia de que pequeños gestos muy concretos, como clasificar los desechos, puede hacer diferencia.

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El Santo Padre invita a poner más en el centro de esos cambios el aporte de los pequeños productores – cómo son de valiosos los mercados campesinos, por ejemplo – y anima a apoyarles en asesoría y acompañamiento para la innovación y la competitividad, y para la adopción de formas de producción más amigables con el medio ambiente.

Una vez más, el Papa reivindica su llamado a ir más allá de la fría lógica del mercado que tiene su foco en el mero beneficio económico y ve los alimentos como solo “mercancía”. Para ello pide conocer más y reconocer las ventajas de la lógica de la solidaridad más humanista.

Asegura el Santo Padre su oración para los que «siembran semillas de esperanza y concordia».

Qué bien nos hacen las palabras del Papa.

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro