Por: Luis Eduardo Solarte Pastás
Al alcalde, Nicolás Toro Muñoz, le asiste toda la razón cuando afirmó categóricamente que “estamos cansados en este verraco país y del municipio de la corrupción”, tras el fuerte regaño que les pegó a los funcionarios y contratistas vinculados con la oficina que maneja el Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales (Sisbén) de Pasto.
Y no es para menos que el mandatario Toro Muñoz esté totalmente disgustado con quienes laboran en esa dependencia; pues, no se puede tolerar de ningún modo, que ciertos funcionarios o contratistas estén incurriendo en presuntas prácticas corruptas y delincuenciales, al exigir dinero a las personas que buscan ser incluidas en el Sisbén para clasificarlas con un menor puntaje.
Muchos son los casos que se han puesto al descubierto en el país sobre las personas que se han clasificado en el Sisbén, dado que allí existen personas que no pertenecen a la población catalogada como vulnerable; pero que, por la corrupción de quienes laboran en ese sistema, se benefician de los diversos programas sociales que están orientados a satisfacer las más apremiantes necesidades de unos habitantes que viven en medio de la pobreza.
Por todos los hechos de corrupción que se han desenmascarado y en donde muchas veces la impunidad judicial, disciplinaria y fiscal camina de su mano, se ha llegado a la conclusión que ella aumenta, mientras mayor sea el área de poder del funcionario, más vasto el monopolio de los sectores bajo su dominio y menor la transparencia que rodee su actividad.
Lastimosamente, aquí en Colombia no hay día en que el flagelo de la corrupción aparezca en sus diferentes modalidades de la vida nacional, regional o local. Prácticamente, es el “cáncer” del sistema democrático del país. Y esto está conllevando a que se obstaculice el desarrollo político, social y económico y dificulte la convivencia civilizada.
Así, entonces, frente a la corrupción habrá, entonces, hombres corruptos o corrompidos que denotan la existencia de una sociedad decadente, confusa y con pocas expectativas en su futuro, lo cual influye a que las personas observen los problemas de la colectividad de manera distante, se arraiguen a criterios individualistas e insolidarios.
De allí que, para evitar que eso siga sucediendo, valga reconocer que, luego de las denuncias de lo que acontece en la oficina del Sisbén, “el alcalde de Pasto, Nicolás Toro Muñoz, haya reafirmado su postura de cero tolerancia frente a la corrupción en el municipio”. Y, al mismo tiempo, ratificara que “su compromiso es garantizar la transparencia y honestidad en todas las entidades locales” para asegurar que los recursos públicos sean utilizados en beneficio de las comunidades.
De todas maneras, esperemos que la solicitud hecha por Toro Muñoz a las autoridades para que investiguen a fondo las denuncias sobre posibles cobros irregulares en el Sisbén, conlleve a descubrir si allí existe o no una red de corrupción o si simplemente se trata de casos aislados. Pero sea lo uno o lo otro, lo cierto es que “en Pasto no hay espacio para la corrupción, y la administración municipal trabajará incansablemente para construir una ciudad más justa y transparente”, enfatiza el mandatario local.

