Recordando la exquisita culinaria nariñense, nos lleva a evocar la preparación de un buen sancocho de gallina, espinazo de cerdo o costilla de res. Los cuales en nuestras casas se servía a la hora del almuerzo acompañado de un buen aguacate, que por lo general, eran traídos por nuestros campesinos de sus parcelas de clima templado o cálido de Consacá, Sandoná, Linares, Ancuya, El Tambo, Buesaco y aún de Tumaco, para surtir nuestra canasta familiar y convertirse en un alimento importantísimo en la dieta familiar.
Los aguacates por lo general, se los adquiere aún de consistencia dura, en casa debemos envolverlos en papel periódico en la alacena, hasta alcanzar su perfecta maduración. Al tocarlos estarán blandos y una vez lavados, se los coloca lleva al comedor, para degustar su delicioso sabor, dándole ese toque agradable a los paladares más exigentes.
Recuerdo en la casa paterna en nuestra niñez y juventud, nos acostumbraron a consumir frecuentemente aguacates. Los mayores los partían con un cuchillo por la mitad, dejándole la pepa en la otra mitad, que es el secreto para mantener su contenido fresco, sin que se oxide y sin necesidad de guardarlo en la nevera.
Los menores, nos divertíamos, quitándole la cáscara de manera circunvalar, desde la punta hacia la mitad, saboreando la exquisitez de esta fruta prodigiosa. Muchas veces, nos enseñaron a tomarlo con “allullas”, el pan de suelo de dulce y una buena taza de café, como entredía.
De acuerdo a los registros históricos el aguacate o palta, es originario de América Central y del Sur, en donde nuestros ancestros como los Chibchas, Incas, Aztecas y Mayas, lo cultivaban debido a su potencial energético. Utilizaron la pepa o semilla para hacer tinturas para sus telas y cerámicas de gran hermosura.
Una de las herencias de la cocina mexicana es guacamole, que es el ají hecho a base de aguacate y con el cual se acompañan los platos de la cocina internacional de Centro América.
Con base a los estudios científicos en las grandes universidades, han concluido que el aguacate tiene un alto contenido de fibra, sodio, es rico en grasas monoinsaturadas que ayudan a controlar los triglicéridos y el colesterol en la sangre y poliinsaturadas como los ácidos grasos ricos en Omega 3, fundamentales para mantener el corazón sano, libre de hipertensión alta, un cerebro brillante y una excelente visión, que nos evitará el uso de lentes de contacto o gafas prematuramente.
Además, el aguacate nos proporciona las vitaminas A, C, D. E, K, del complejo B, B-12 biotina, tiamina, riboflavina, niacina, ácido pantoténico y biotina, que son compuestos químicos que requiere el cuerpo humano para su normal funcionamiento. Es un potente afrodisiaco por su alto contenido de vitaminas B-6, ácido fólico y potasio.
Gracias a Dios, los nutricionistas nos recomiendan consumir aguacate, porque nos ayuda a sobrevivir y nos previene sufrir enfermedades terminales como el Alzheimer o sea la pérdida de la memoria; el cáncer en sus diferentes manifestaciones; la diabetes, enfermedades cardíacas, la ceguera y se ha comprobado que ha combatido con éxito la actual pandemia del Covid-19.
Por: Jorge Enrique Tello Chávez