Ricardo Sarasty

Acaparamiento y especulación

Por: Ricardo Sarasty.

El acaparamiento y la especulación son dos prácticas mezquinas que ante ninguna circunstancia se pueden tolerar. No obstante, a pesar del daño económico y social que causan, se toleran porque culturalmente se han impuesto como formas de cuando no hacer riqueza de mantenerla a cualquier costo, pues siempre le recuerdan al pobre que lo es por bobo porque en la sola obediencia a las leyes naturales el depredador subsiste gracias a la existencia de los débiles por lo que los débiles están llamados a convertirse en servidores obsecuentes si no quieren perecer. Pero se supone que los humanos a diferencia de los otros animales poseen razón y sentimientos lo que los obliga a respetar al congénere a valorarlo como tal y por ello evitar abusar de él y de sus necesidades, que es precisamente lo que no hace el que acapara productos y especula con sus valores.

En los negocios las oportunidades no se desaprovechan, afirmaba alguna vez un exitoso comerciante, sin que la sola regla sea lo censurable.  Pues casi una regla perecida repetía un técnico de futbol para llevar a sus jugadores a mantenerse atento a todo cuanto suceda durante los 90 minutos porque en cuales quiera de ellos podía presentarse la oportunidad de ganar. Lo inaceptable no es la sola regla sino la manera y el momento en que se aplica tanto en los negocios como en el futbol, cuando de ganar se trata sin detenerse a considerar que tan lícitos o aceptables moralmente son los movimientos que le permitieron al ganador alcanzar su propósito. La acumulación de bienes, la apropiación de recursos sin medida no es normal o sea no es aceptable porque esta por fuera de cualquier regla o ley puesto que impide el que otros puedan disfrutar de esos mismos productos acaparados necesitándolos. Guardar, esconder los productos de primera necesidad solo porque circunstancias de calamidad conduce a una población a depender de esos productos hasta el punto de exigirse a pagar el precio más elevado no solo es inmoral, sino que en la mayoría de los Estados se castiga por poner en grave riesgo la supervivencia y el bienestar de la sociedad toda.

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 Especular es faltar a la verdad alterando la realidad, una manera de presentar los hechos amañada que también si molesta no incomoda y se disculpa, a veces aduciendo que es una manera personal de ver y presentar los hechos. Pero tampoco debe de aceptarse y menos de contar con ella como medio para alcanzar cualquier fin, sin embargo, es también una practica a la que se acude para generar en la sociedad desaliento, desesperación y hasta pánico porque una vez llevada la comunidad a situaciones tales bien que se pueden aprovechar para usufructuar indecentemente de esa condición de amilanamiento con la cual se ha debilitado la voluntad de cada individuo hasta el punto de aceptarlo todo sin darse el tiempo para razonar. Por ello acaparamiento y especulación van de la mano. Solo así cualquier costo se asume como obligatorio, toda exigencia es válida y el dolor se convierte en llevadero. El aparador especula y el especulador no tiene intención diferente, cuando exacerba los ánimos de los que los escuchan, de poner al alcance de sus ambiciones desmedidas sus necesidades pues ya ha calculado cuanto puede ganar por cada solución que les ofrezca.

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Nariño atraviesa otra crisis económica, porque no es la primera ni de este siglo, salir de ella requiere de decisiones importantes provenientes del Estado, lo que se llama atención de urgencia para los males que le aquejan desde años atrás pero que se han agravado y que unido a los que le han aparecido recientemente, ponen al departamento en situación de calamidad, no obstante esta condición puede ser un pretexto para el abuso.