Estamos a dos meses y medio de las elecciones regionales del 29 de octubre y es necesario que desde ya los electores tengan la gran responsabilidad de escoger a quienes tomaran el rumbo del departamento y de los 64 municipios de Nariño, además de los más de mil concejales del departamento.
En general en Colombia, no solamente nos está faltando responsabilidad ciudadana frente al voto, sino también madurez electoral con respecto a nuestras regiones. Pero, a más de lo anterior, hay que agregar la apatía y la indiferencia para participar en estos los comicios en los cuales se juega el futuro de las regiones.
Los altos índices de abstención manifestados en los procesos electorales en Colombia son espacios vacíos de participación ciudadana que se presentan en la vida democrática del país y en donde desafortunadamente se filtran los enemigos del orden y la legalidad institucional.
Parece que las lecciones dolorosas y vergonzosas que nos han dejado los episodios de la parapolítica y la corrupción administrativa, que se convirtieron en el pan de cada día por los noticieros nacionales e internacionales, no son razones suficientes para adquirir conciencia frente a las gestas democráticas.
La fortaleza de un Estado de Derecho reside en la estructura y consolidación de sus instituciones políticas. Infortunadamente, en nuestro país estas instituciones no pasan de ser un saludo a la bandera.
Los directorios políticos se han convertido en clubes de unos cuantos privilegiados para repartirse las curules y las prebendas que otorgan los gobiernos de turno a sus incondicionales. Son muy pocos los ciudadanos, empresarios, educadores, juventudes y de otros sectores que tienen simpatía por un partido o movimientos político, sencillamente porque solo se les tiene en cuenta para efectos de votación y recaudos en épocas electorales, pero nunca para que formen parte de sus cuadros directivos. Las varias reformas políticas que se han propuesto y fracasado en el Congreso de la República, así lo demuestran.
Para fortalecer los partidos políticos, se hace menester introducirles una reforma de gran calado, pero para esto es indispensable que el ciudadano común participe: los campesinos desde sus veredas, los estudiantes desde los centro educativos, los empresarios e industriales desde sus centros de producción, los obreros desde sus fábricas, los transportadores y motoristas desde sus diferentes organizaciones gremiales; en fin, todos los ciudadanos sin ninguna exclusión, están llamados a participar en las organizaciones políticas y democráticas del país.
Si queremos que las instituciones democráticas se fortalezcan hay que votar decididamente con el fin de elegir con verdadero sentido de responsabilidad a quienes tomarán las riendas de nuestro departamento, escogiéndolos por su hoja de vida, por su trabajo y de esta forma se luche por el desarrollo regional.

