A DIOS LO QUE ES DE DIOS

POR MAURICIO FERNANDO MUÑOZ MAZUERA

Estamos ad portas de vivir una de las semanas más importantes para la cristiandad en el mundo entero, una semana que encierra en sí el misterio más profundo de la fe, en donde, tras la muerte y posterior resurrección de Jesús de Nazareth, el testimonio de un grupo reducido de hombres y mujeres superó fronteras y ha logrado extenderse por toda la tierra a lo largo del tiempo, llegando a influir en millones de millones de personas durante más de dos mil años, aglutinando en la actualidad, bajo la luz del evangelio y los ideales de una vida eterna a por lo menos 1.4 millones de seres humanos.

Este es el tiempo de los templos abarrotados, de las filas y filas de fieles buscando un espacio para la bendición de ramos, de las peregrinaciones, de los golpes de pecho, sin embargo esto pareciese que se queda en una simple tradición, y no en un deber ser. En días anteriores miraba la invitación a un concierto de música religiosa en una parroquia de la ciudad de Pasto, en la publicidad había una frase que me causo extrañeza “asistencia obligatoria para los miembros de las estructuras parroquiales” ¿Cuál será la situación real que encierra esta frase y que termina haciendo obligatorio algo que debería nacer y no ser coaccionado?

Y es que lastimosamente nos hemos llenado de este tipo de situaciones, el servicio no se hace de corazón, por el contrario, termina siendo un acto en busca de protagonismo, una persecución constante de poder, ambición y protagonismo por sobre todas las cosas. Es más, muchos de los grupos que prestan algún servicio dentro de la misma iglesia se han convertido en pequeñas sectas que disfrazadas en una falsa humildad, lo único que pretenden es posicionarse como un conglomerado de poder, alejándose totalmente de las palabras que el mismo Cristo pronunció “Yo no vine a ser servido sino a servir”.

Hay una frase que se le atribuye a Mahatma Gandhi: la cual reza “me gusta mucho Cristo. Pero no me gustan los cristianos. Los cristianos son tan diferentes a Cristo” y tristemente es la realidad; 100 destinos para visitar, actos por doquier, sendas, danzas, ferias, pero en todo eso, que termina siendo un mero formalismo para las fotos y los videos, no está Cristo, puesto que estas acciones persiguen fines muy diferentes a los que deberían de perseguir. Se apoya la formación en turismo religioso reduciendo todo a charlas, gastronomía, arquitectura y demás, pero todo alejado de la luz de la fe, fe que hasta dudo que profesan muchos de los que impulsan tantas cosas, propiciando, como lo diría el Papa Francisco, un activismo estéril centrado en las apariencias y el cumplimiento de metas y no del deber de todo cristiano: anunciar a Jesús a tiempo y a destiempo.

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De qué sirve tanta parafernalia para el público si cuando tienes la oportunidad de acoger, segregas; o cuando tienes la posibilidad de apoyar, cierras puertas. De que sirven las fotos dándose golpes de pecho, si en el corazón no arde realmente el espíritu del servicio, para que tanto acto, evento y programa si en ellos, no está Cristo y su mensaje. Realmente, estos días deberían ser espacios para la reflexión, para reditar con entrega la pasión del Señor interiorizando su sacrificio, propiciando así una verdadera conversión, no para aparentar lo que no se es, y nunca se será.