Por: Christian Benítez Ramírez
El departamento de Nariño ha vuelto a ser noticia a nivel nacional y hasta internacional, por lo general, nuestro territorio se roba las pantallas con el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto o cuando hay un partido importante en el estadio Libertad o cuando alguna desgracia sucede como la que estamos atravesando en estos momentos; y no estoy hablando solo de la cuestión mediática sino también del apoyo gubernamental que es intermitente y escaso.
El sur occidente de Colombia, por muchos años ha estado invisibilizado para los gobiernos de turno, el Cauca y Nariño han sido territorios abandonos por los altos mandos y cobran relevancia cuando las desgracias los cobijan; por ello hoy ocupamos el primer lugar con el mayor número de líderes y lideras asesinados, con un total de 33 personas, seguido del Cauca con 25, según lo reportado por la Defensoría del Pueblo.
Es por ello que hoy siete años después de la firma del Acuerdo de Paz entre las Farc y el Gobierno colombiano estos dos departamentos aún siguen viviendo los flagelos de la guerra: el reclutamiento forzado, el fuego cruzado, el desplazamiento, los confinamientos, los atentados contra las comunidades indígenas y afros, y la poca operancia en los puntos del acuerdo, situaciones que obligan a las comunidades a movilizarse constantemente y a paralizar el tráfico de la Panamericana.
Vía que hoy se encuentra en inoperancia, dejando una vez más incomunicado, bloqueado y abandonado al departamento de Nariño, esta vez por un “desastre natural”, ocasionando en el municipio de Rosas, Cauca. Se preguntarán por qué el encomillado, simple y sencillamente porque construyeron dicha carretera aun sabiendo que existía una falla geológica y que era un territorio que no cumplía con las condiciones mínimas para hacerlo.
Todo esto a pesar de la existencia de otro proyecto vial que rodeaba a dicha falla y que ha existido desde más de 40 años, pero debido a la falta de voluntad política no se ha ejecutado. Es por ello que por muchos años situaciones similares a esta suceden en la temporada de lluvias, dejando perjudicado a todo el sur occidente colombiano.
Es momento de que el Estado y los gobiernos de aquí en adelante se rediman con estos territorios casi “inexistentes” en Colombia, pero que verdaderamente requieren el apoyo, la inversión y el acompañamiento necesario para poder salir de ese abismo en el que nos encontramos. Esperamos que los anuncios hechos por el actual Presidente sean una realidad y no sean más utopías para el territorio Nariñense.
No solo necesitamos vías principales, sino también inversión social que permita a las comunidades seguir avanzando y construyendo la paz que Colombia tanto necesita.

