POR: Víctor Rivas Martínez.
No terminamos de quitarnos el cosmético, el talco y la carioca, cuando aún teníamos vivo el guayabo después de las rumbas con las que celebramos el comienzo del año nuevo, como una maldición de la naturaleza, se nos vino el deslizamiento de una montaña, en el municipio de Rosas, que taponó la principal vía terrestre que tenemos los nariñenses para conectarnos con el interior del país y Suramérica.
Ese deslizamiento nos dejó totalmente aislados por vía terrestre, quedándonos únicamente la vía Pasto, San Francisco, Mocoa, como única alternativa que permitiría llevar nuestros productos a mercados del interior del país.
Esta vía, no es más que una trocha, cuyos inicios se remontan a 1909, cuando los misioneros capuchinos interesados en evangelizar a las comunidades indígenas de la Amazonia, con el apoyo de gobierno nacional iniciaron la construcción de un camino de herradura que comunique a San Francisco con Mocoa.
La guerra con el Perú, que se libró en los años de 1932 y 1933, impulsó al gobierno nacional a la apertura de un carreteable que permitió mover pertrechos y víveres para defender nuestra soberanía nacional.
Este carreteable a duras penas tiene una calzada de 3 metros de ancho, atravesando selva, y precipicios, que ponen a rezar hasta el más ateo, porque al menor descuido o por falta de pericia de los conductores, fácilmente ocasiona accidentes y pérdidas de vida, como ocurre en los 80 kilómetros de su recorrido.
Tradicionalmente este tramo se hace en 6 horas, hoy carros particulares, busetas y camiones lo hacen hasta en 24 horas, ya que su calzada impide la libre circulación de vehículos, incluso de motocicletas, quienes curiosamente también tienen que hacer cola, ya que tampoco pueden pasar por su estrechez.
¿Qué hay por hacer? Dejar de hacer protagonismo politiquero y unir esfuerzos entre el sector público y privado, para que se diseñen alternativas inmediatas, que, en el corto, mediano y largo plazo, nos permitan superar el aislamiento terrestre.
La propuesta de construir la variante con Doble calzada de Popayán a Pasto, hay que aplaudirla, pero el hambre, el desempleo, la pérdida de los productos y la pobreza no dan espera. Exigen respuestas inmediatas.

