Cumple su sueño…
Inácio Antonio da Silva, de 41 años, vivió su infancia y parte de su vida trabajando para ayudar a su madre con los gastos de la casa y poder alimentar a la familia, por lo que no tuvo la misma oportunidad de otros para aprender a leer, escribir y desarrollar una vida como estudiante. Su vida consta de trabajar como carbonero y otros oficios humildes dentro de la zona rural de la ciudad de Prata, Paraíba; aun así su sueño desde que era solo un niño era poder aprender a leer para poder tener acceso y entender la palabra de Dios, a la cual manifiesta amar aun sin haber leído si quiera una sola línea. “Sueño con leer la Biblia, pero no puedo, pongo las letras juntas, pero se alarga. Como no sé leer, tengo que orar para que Dios me ayude. Tengo envidia de los que saben leer y no practican la Biblia”, dijo él para el documental ‘El poder de Dios’.
“Yo no sé leer, quiero leer la Biblia y no tengo la oportunidad. Muchos tienen la Biblia en la mano y no la leen”, agregó dando una valiosa lección a muchos que no tienen como hábito escudriñar la palabra. Ese documental donde participó el hermano Inácio es dirigido por el productor y documentalista cristiano Miguel Salvador, allí muchos pudieron conocer cómo fue que el humilde hombre entregó su vida al Señor. Al no tener una dirección y apoyo desde niño, su vida se fue en solo trabajo y cuando se hizo mayor cayó en la adicción al alcohol, lo que le llevó a consumir sustancias ilícitas “en pipa”, de lo que afirma que Dios lo rescató de la muerte.
“Yo era una mala serpiente, no sé cómo estoy vivo aquí, solo la gracia de Dios, estoy agradecido con el Señor”, declaró contando que la presencia del Espíritu Santo le hizo caer de rodillas y arrepentirse de sus pecados y la vida que llevaba. “Padre, ayúdame, no puedo más. Si tú, Padre, me dispones una iglesia, quiero ser tu servidor, quiero llevarte las almas. Mi sueño es ser bautizado”, dijo él en oración. “Desde niño mi sueño era ser evangélico. Ya estaba en mi sangre”, agregó explicando que los siguientes 15 días él oraba a Dios por ser liberado y recibir salvación.
Dios es fiel y su oración fue respondida tiempo después con la visita de unos conocidos de Inácio, quienes le invitaron a participar en un estudio bíblico en una iglesia local y al estar allí, sintió como su vacío fue llenándose poco a poco.
“Desde el primer estudio ya estaba lleno, me sentía vacío, pero me llené. En el segundo ya me quería bautizar”, testificó. Durante el tiempo que permaneció en esa nueva iglesia, pudo conocer más a Jesús y se bautizó, cambiando su vida radicalmente, “Tenía una gran sed de Cristo. La oportunidad que se me presentó la aproveché”, expresó.
“No me lo merecía. Un carbonero, analfabeto, racista, con el corazón lleno de maldad. Estoy agradecido”, añadió reconociendo que la misericordia de Dios lo alcanzó.
Cada verso y pasaje de la Biblia que escuchaba durante las predicaciones fueron pieza clave para distintos mensajes que hizo bajo la inspiración del Espíritu Santo, quien involucró a su sobrina para escribir unos 300 de ellos en un cuaderno.
“La Biblia es la verdad, explica el camino correcto y el camino equivocado, tú eliges. Tenemos un tesoro en nuestras manos. Es la clave de nuestra salvación”, destacó.
“Me encanta hablar de Cristo. Los que rompen, yo hablo y los que no, yo también hablo, insisto. ¿De qué sirve estar en la iglesia y no compartir?”, preguntó a modo de reflexión.
Aun sin tener lujos sino vivir en una casa de barro sencilla, se siente el más afortunado de tener a Cristo en el corazón, que es el mayor de los tesoros que existen, “Soy el más rico porque acepté a Jesús y Él me aceptó a mí. Él acepta a todos, todo lo que tienes que hacer es abrir tu corazón”, expresó.
Actualmente bajo la recaudación de fondos después de la proyección del documental, Inácio ha estado estudiando para poder comprender la Biblia y leerla por sí mismo, en donde ha quedado registrado que cuando la lee no puede evitar llorar.
Su testimonio es un gran ejemplo para muchos creyentes que aun sabiendo la importancia de la palabra de Dios para nuestras vidas, no han establecido el vínculo adecuado para poder aprender de ella; el deseo del Señor es que cada día podamos aferrarnos más a su palabra y vivir conforme a lo que ella nos enseña.

