Por: Luis Eduardo Solarte Pastás
Se ha iniciado el mes de diciembre y nos preparamos para iniciar la época de Adviento como preámbulo de la Navidad. Y, muchas veces cuando se pregunta por el significado de la Navidad, de inmediato se llega a pensar en ángeles, pesebres, pastores y la forma en que cada quien la celebra en medio de la sociedad mercantilista.
Sin embargo, se olvida que la “Navidad es el momento histórico en el cual Dios vino a la tierra en la persona de su hijo amado, Jesús, para reconciliar consigo al hombre pecador mediante su muerte sustitutiva en la cruz”.
En palabras del teólogo Charles Stanley, lo anterior se tiene que entender como el acto en que Dios en su amor propio eligió venir a la tierra y pagar la penalidad suprema por el pecado, muerte por crucifixión; con lo cual hizo posible que el hombre pecador tuviera una relación personal con él, mediante la fe en la muerte y en la resurrección de su hijo.
Y según San Juan Pablo II, la Navidad es el día decisivo en que Jesús nace para la humanidad que busca libertad y paz, nace para todo hombre oprimido por el pecado, necesitado de salvación y sediento de esperanza”.
Así las cosas, debemos entender y comprender que la Navidad para las iglesias católicas, anglicanas, ortodoxa rumana y algunas protestantes, no es la celebración de una simple fecha cada 25 de diciembre por el nacimiento de Jesús, sino un evento absolutamente decisivo en la historia de la salvación.
Y en contraprestación a ese acto de reconciliación que Dios tuvo con el hombre, desde el punto de vista cristiano, a los seres humanos también les corresponde responder en la manifestación de ciertos valores humanos como la solidaridad, la unión, el amor, la paz y la esperanza.
La Navidad, entonces, se resume en que “debemos ser conscientes de que hubo un día en el que Dios encarnado llego a nuestras vidas, las cuales deben estar listas para fructificar bajo su luz en el camino de la rectificación y en la renovación del compromiso a seguirlo”.
Sin embargo, debemos de estar alertas por la aparición en los últimos tiempos de alguna gente que se proclama líderes de ciertas denominaciones cristianas que se han sumado a la campaña de enemigos de la Navidad.
“Ellos desde estaciones radiales o televisivas gritan: ¡Es una fiesta pagana!, y basan su “guerra santa” contra la celebración de la venida de Jesús, en la creencia de que en la antigua Roma ese día se conmemoraba el nacimiento del Sol Invicto, instituido por el emperador romano Aurelio”.
Pobres predicadores que no saben o no quieren saber que la verdadera historia de la Navidad es la historia de Dios hecho hombre en la persona de Jesucristo.
Y, así entendamos que la Navidad no son los festejos pomposos que realizan los ateos o por gente que no practica la religión cristiana. Tampoco lo son las suculentas comidas y los grandes regalos, ni lo sofisticado y llamativo del árbol y las numerosas reuniones familiares sin ningún sentido espiritual. La Navidad es un hecho muy importante y trascendental es: Vida.

