Jonathan Alexander Espana Eraso

La plasticidad del decir

Por: Jonathan Alexander España Eraso

La palabra es o puede ser universal, pero, al moverse, cambia de sentido. Una palabra es su esencia y lo que la asedia: sobre ella se proyectan tonalidades que la varían y la refutan. En efecto, el sentido de una palabra devela lo aparente que no es fijo sino mutable. En poesía, la palabra es lo que no deja de significarla, pues detona un contexto diferente que deviene la impregnación de la imaginación que se sustenta en lo que puede ser real.

En lo hasta aquí abordado, se dimensiona una poética que, según el poeta peruano César Vallejo, «a primera vista se tomaría por antigua» y que traduce un ritmo interior de lo profundo moldeado en la emoción oscura y tácita que suscita una naturaleza del poema como entidad vital partícipe de una insumisión material, de susurros y trances.

«Es evidente que, en Iluminaciones de Andrea Vergara G., hay un ensamblaje sonoro, de re-descubrimiento del paisaje con la página, en el que una voz secreta es la práctica de lo dicho».

Es evidente que, en Iluminaciones (Composición del mundo) de Andrea Vergara G., hay un ensamblaje sonoro, de re-descubrimiento del paisaje con la página, en el que una voz secreta es la práctica de lo dicho.

Casa

Árbol de feijoa,

inhalación de la voz.

La autora no persigue la sencillez sino, más bien, el signo otro del poema: un lenguaje incipiente, hecho de alientos y fricciones que busca la inocencia perdida entre la materia del agua, del viento, de las hojas y de quien escribe. Andrea Vergara G. opta por echar raíces en la ficción del paisaje extendido que, en el tener lugar de la página.

loading...

Contemplación

Raíces al aire,

hojas en la tierra.

Frente a un poema de Andrea Vergara G., en verdad, lo que se experimenta es el goce y el sufrimiento de la palabra. Las materias indomables o la infancia recobrada están intensificadas y se pluralizan en la otredad que convoca ausencias presentes que aperturan lo que no deja de conocerse.

Ombligo

Dolor y placer,

en él se anidan.

En la lucidez fecunda de Iluminaciones (Composición del mundo) subyace una invariable voluntad de creación. Lo que este libro quiere afirmar es el fondo de las cosas, lo improbable que, sin embargo, es todo lo que es (Bonnefoy), la presencia sagrada de la inmediatez (Blanchot). Y lo que adviene es lo innominado que sostiene la noche, el río y la rama. El poema, entonces, es el «nido de lugares», en voz de la poeta. Hablar del poema, de estos poemas en sí, es abandonarse a la intemperie del origen, en la desgarradura de lo no dicho, para perdernos en la intensidad y en la hendidura de la luz.

thomasbernhard1@hotmail.com