Por: Iván Felipe Sotelo.
Hace algún tiempo recordaba algunos implementos que eran muy cotidianos en nuestra niñez y que para muchos de nosotros era un sueño tenerlos en nuestras manos, desde los videocasetes o incluso los discman o walkman, eran sin duda el sueño de más de uno en la niñez. Sin embargo, no nos alcanzaba la imaginación para llegar a dimensionar lo que hoy en día sería la tecnología, de que cada uno de esos avances se verían reducidos cada vez más pronto por inventos que a nuestro criterio se volverían más útiles, pero sin duda alguna también generarían una gran dependencia, y es que es muy normal en cada hogar encontrar ahora un celular Smartphone que resume prácticamente más de cinco utensilios de aquellas épocas en una sola.
Su evolución apareció resolviendo una necesidad de comunicación la cual era vital en muchas ocasiones. Recordemos que aquellos que venimos de una época de teléfono fijo hoy en día ya son pocos los hogares que lo tienen, incluso ha llegado a invadir tanto nuestra vida que perder el número de celular se vuelve algo mortal para la persona.
Nos hemos reducido a un número en una gran tabla de tarifas y también somos esclavos de ellos. Cada día es lo primero que observamos y es lo último que tenemos en nuestras manos. Independientemente del uso que le brindemos el estar con ellos se ha vuelto no solo un vicio sino una necesidad. Es común ver en los semáforos de las ciudades cómo se aprovechan los pocos segundos para que los conductores manipulen su celular, incluso muchos de los accidentes ocurren también por causa de estos aparatos. Obviamente la culpa no es de estos si no de nosotros que no tenemos la capacidad para poner un límite a su uso.
Es que el contemplar que ahora todo queda en tu mano es algo que era inimaginable hace algunos años. Ahora se puede desde pagar cuentas, escuchar música, llevar a tus seres queridos en fotografías y también poder verse por videollamadas es sorprendente. Pero a qué costo nos hemos deshumanizado al unirnos cada vez más a la tecnología.
Es triste ver que lo primero que hace una persona al ocurrir un accidente no es llamar a la policía o a una ambulancia si no a grabar el suceso y publicarlo en redes para ganar la aprobación de las personas.
Es que somos tan dependiente que incluso hoy en día preferimos a nuestros hijos brindarles un equipo de estos y verlos jugando tranquilamente y los encerramos como si no hubiera ningún peligro. ¿Será que aún no comprendemos las dimensiones reales de la tecnología?, ¿será que no comprendemos que más allá de una herramienta se debe usar con un buen criterio?
Cada vez se hace más raro ver a los niños jugando en las cuadras de los barrios. Recuerdo hace algunos años cuando era una gran pelea con los vecinos ya que nos la pasábamos en la cuadra jugando hoy es sorprendente el nivel de aislamiento que solo llegamos a conocer a quienes viven a nuestro lado cuando ocurre algo malo. Sin duda la tecnología llegó para quedarse, pero también nos hemos distanciado en un plano real frente a lo que es ser realmente un ser humano.

